"Vi yo mismo cómo gentes cansadas de los muchos sudores del baño, desdeñaban las bañeras y los fríos de las piscinas para disfrutar de las aguas vivas; luego, reanimados por la corriente, golpeaban el helado río con su ruidoso nadar." (Ausonio, Mosela,
340)
Atrio de los baños, Villa San Marcos, Stabia. Foto Samuel López |
Baño romano, pintura de Emmanuel Oberhausen |
La mera presencia de ambientes termales en una residencia
era evidencia de la importancia de su propietario, aunque en el entorno urbano
la ubicación y extensión de las instalaciones termales privadas estaban
limitadas por el espacio. Sin embargo, en el ámbito rural y periurbano la ostentación
de la posición social del dominus a través de su balneum pudo desarrollarse con
mayor facilidad, ya que los propietarios de las grandes villas ubicaban los
baños cerca de los cauces de los ríos.
"A la gente las termas les parecen pobres y destartaladas si no brillan sus paredes con grandes y espléndidos espejos; pretenden que las paredes estén decoradas con mármoles de Alejandría y que tengan incrustaciones de piedras de Numidia; por todas partes ha de aparecer un trabajado y variado entretejido de barnices a modo de pintura; toda la cámara ha de estar recubierta de vidrio; nuestras piscinas tienen que tener una rica decoración en toda su extensión con piedras preciosas de Thasio. Ya sabes que son unas piedras muy costosas y muy raras de ver. Tal vez en algún templo. Y eso en unos lugares, como las piscinas, en las que dejamos todos los malos humores de nuestro cuerpo después de haber sudado mucho. Otro de los caprichos en la decoración es el que el agua se derrame encima de la gente desde jarrones de plata." (Séneca, Epístolas, 86)
Mosaico de los baños de la casa de Menandro, Pompeya |
Las primeras instalaciones para el aseo personal fueron las lavatrinae, pilas de las que manaba agua, donde se llevaban a cabo las abluciones matutinas. En algunas casas se incorporaron unas salas con carácter terapéutico, el calidarium y sudatorium, en las que se pretendía provocar la sudoración mediante el uso de braseros portátiles. De la unión de ambas instalaciones surgieron, hacia mediados del siglo II a.C., tanto en ámbito urbano como en el rural, los primeros balnea que incorporaban en un único espacio las actividades higiénicas de la lavatrina y terapéuticas del calidarium.
Los primeros baños privados que se instalaron durante el
tiempo de la república eran cuartos sencillos y oscuros sin sistema de
calefacción, calentados con grandes braseros.
"Me llamó la atención el
contraste con el local destinado a los baños. Era pequeño, estrecho, oscuro,
según la costumbre antigua: tenía que ser un local oscuro; si no, a nuestros
antepasados no les parecía que era suficientemente caliente…
En este baño de Escipión apenas hay huecos en las paredes. Sólo unas pequeñas ventanas que están recortadas en el muro de piedra de manera que admiten la luz sin ningún problema ni protección." (Séneca, Epístolas, 86)
Pintura de Pedro Weingärtner |
A estos primeros balnea accedía el bañista a través de angostos corredores y pasillos que conducían hacia los espacios más privados de la casa alejados, por tanto, de las salas públicas de la vivienda señorial romana y en las que se desarrollaba buena parte de la vida social de la familia.
"Aunque acabábamos ya de
bañarnos, mal de nuestro grado, rogamos al portero que nos indicase el camino
del baño; entregamos nuestras ropas a Gitón para que las secase y desnudos
entramos en un estrecho pasadizo, semejante a una cisterna frigorífica, en la
cual hallábase ya Trimalción de pie y también desnudo, charlando con su acostumbrada
fanfarria, frases insípidas que fuimos forzados a escuchar. Decía que no había
nada tan delicioso como bañarse lejos de la turba importuna." (Petronio,
Satiricón, LXXIII)
Mosaico de entrada a los baños de la villa del Casale, Piazza Armerina, Italia |
La incorporación de hornos propios de alimentación de las estancias calientes de las termas (praefurnia) favoreció la independencia espacial del balneum respecto al resto de salas de servicio de la residencia entre las que se había englobado hasta el momento, permitiendo habilitar nuevas superficies dentro de la zona pública de la casa para los usos termales, favoreciendo la adopción de un marcado carácter representativo de las dependencias balnearias.
¿He de recordar los atrios
sembrados de verdes prados y los tejados resplandecientes sobre innumerables
columnas? ¿Los baños cuyos suelos humean por sus regueros, cuando Múlciber,
sacado de su ardiente profundidad, hace rodar sus llamas deseadas a través de
las tuberías de estuco, acumulando el vapor encerrado por el calor que se despide?
(Ausonio, Mosela, 335)
Hypocaustum de los baños de la villa del Casale, Piazza Armerina, Italia |
Pero todo esto sólo fue posible después de la invención de Gaius Sergius Orata de un sistema de calefacción radiante llamado hypocaustum. Este ingenioso diseño permitía, a través de una cámara de aire subterránea calentada por un horno externo (praefurnium), regular la temperatura de las estancias según su proximidad a la fuente de calor. El aire caliente ascendía además por paredes huecas especiales (concamerationes) hechas con ladrillos tubulares (tubuli), calentando las estancias de manera muy eficaz.
“Que no se equivoca debes creerlo por el caso de los habitantes de Bayas, cuyos balnearios se calientan sin fuego. Se introduce un soplo de aire ardiente, procedente de un lugar muy caliente; éste, al deslizarse por los tubos, calienta las paredes y los recipientes del balneario, al igual que sucedería si se pusiera debajo fuego; en fin, que en su recorrido toda el agua fría pasa a caliente y no toma sabor del sistema calefactor porque discurre encerrada.” (Séneca, Cuestiones Naturales, III, 24)
Baños romanos de Welwyn, Inglaterra |
En la mayor parte de los balnea, tanto urbanos como rurales, estuvieron presentes tan sólo tres o cuatro estancias: frigidarium o apodyterium/frigidarium, tepidarium, caldarium y sudatio, que se sucedían habitualmente de forma lineal, en la que el bañista debía volver sobre sus pasos tras terminar en el caldarium para refrescarse en el frigidarium y vestirse.
“En dirección sudeste se encuentran los baños, que están adosados al pie de un acantilado cubierto de bosque. Y ocurre que, si se hace en lo alto de éste una tala de madera, los leños cortados, rodando por la pendiente se precipitan en una caída que podríamos llamar espontánea, en la boca misma del horno. En este paraje se alza el cuarto de baño caliente, al que está anexa la cámara de vapor, de idénticas dimensiones, descontada la amplia bañera semicircular, donde el agua hirviendo cae a borbotones tras haber circulado por el dédalo de alambicadas cañerías de plomo empotradas en los muros...A continuación se encuentra el cuarto de baño frío, que podría sin presunción rivalizar con las piscinas construidas en los edificios públicos... A este vasto edificio está unida por el lado oriental, como una dependencia, una piscina a cielo abierto, o, si te gusta más la palabra griega, un baptisterion con capacidad para unos 20.000 modios...En esta piscina se precipita un torrente que baja de la cima de la montaña y desagua por seis caños, terminados en cabezas artificiales de león...” (Sidonio Apolinar, Epístolas, 22)
Pintura de Alma-Tadema |
Tras desvestirse en el apodyterium se pasaba al frigidarium, sala donde se tomaba baños de agua fría tras haber realizado ejercicios físicos o después de haber pasado por las salas de baños calientes. En las casas donde el espacio era más reducido se pudieron unificar el apodyterium y el frigidarium.
"A la estancia de los baños
de agua fría está adosada la de los baños de temperatura intermedia, sobre la
que la luz del sol cae con mucha generosidad, si bien ésta cae con mayor
generosidad aún sobre la habitación de los baños de agua caliente, dado que
ésta sobresale respecto al resto de la villa. En ella hay tres piscinas: dos
expuestas al sol, y la tercera un poco más retirada, lejos de la influencia
directa del sol, pero no lejos de la luz." (Plinio, Epístolas, V,
6)
En el tepidarium, pintura de John William Godward |
La última sala en la que se tomaba un baño caliente era el caldarium. Esta estancia se calentaba con un horno (praefurnium) o dos, sobre los que se disponía el alveum (gran bañera) para mantener la temperatura del agua elevada. El bañista accedía a su interior por unos peldaños que, a su vez, podían servir de asiento.
"Viene luego una estancia
amplia y espaciosa destinada a los baños de agua fría, y que contiene dos
piscinas de forma circular, enfrente la una de la otra, que parecen haber
surgido de forma natural y que son bastante grandes si se tiene en cuenta la
proximidad del mar. Allí encontramos también la sala para las friegas de
aceite, el horno que calienta el agua y los baños templados, seguidos de dos
habitaciones muy agradables, pero sin llegar a ser suntuosas. Contigua a ellas
se halla una maravillosa piscina de agua caliente desde la que los bañistas ven
el mar. No lejos de allí hay una sala para jugar a la pelota, la cual durante
las últimas horas del día recibe un sol muy cálido." (Plinio, Epístolas, II, 17)
Caldarium, villa de los Quintilios, Roma. Foto de Samuel López |
Los propietarios de las grandes villas romanas solían construir piscinas donde relajarse tras la práctica de algún ejercicio físico o deporte, y compartir horas de ocio con sus invitados.
Piscina, Villa de Minori, Italia. Foto Samuel López |
Piscina trilobulada, Casa de Hippolitus, Alcalá de Henares. Foto Samuel López |
Sin embargo el abuso del baño se veía como perjudicial para la salud, y si era tan frecuentemente repetido, como se decía de algunos emperadores, se criticaba como vicioso.
"Se ha establecido que donde una casa es legada, los baños constituyen una parte de la misma. Sin embargo, si el testador permitiese acceso público a ellos, los baños formarán parte de ella solo cuando se pueda entrar por el propio edificio, y hayan sido usados alguna vez por el cabeza de familia, o su esposa; y la renta de los baños se haya llevado en los libros del testador junto con los de otras estancias de la casa." (Digesto, 32, 91, 4)
Frigidarium, pintura de Alessandro Pigna |
https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/35874/1/178121-650011-1-SM.pdf; EL OCIO EN EL ÁMBITO DOMÉSTICO DE LA ARQUITECTURA HISPANORROMANA: LAS TERMAS; Virginia García-Entero