Casa de Julia Félix, Pompeya |
"Contigua a esta zona hay una habitación que adopta una forma curva, a modo de semicírculo, y que sigue el recorrido diario del sol desde todas sus ventanas. En una de sus paredes hay empotrado un armario destinado a servir de biblioteca que contiene una selección de obras no solo dignas de ser leídas, sino de ser leídas continuamente." (Plinio, Epístolas, II, 17)
Las casas de los romanos ricos incluían estancias habilitadas como bibliotecas. Pequeños retratos de medio cuerpo de antiguos literatos y filósofos indicaban sobre los estantes las subdivisiones por autores:
"Cualquier libro estaba a mano; te podías imaginar mirando a las estanterías de un erudito profesional o a los estantes en el Ateneo o a las librerías de los libreros. la disposición era tal que los manuscritos cerca de los asientos de las mujeres eran de tipo devocional, mientras que los que estaban entre los bancos eran trabajos de los mejores de la elocuencia latina; éstos, sin embargo, incluían ciertos escritos de autores que aunque similares en estilo mantienen diferentes doctrinas; porque era frecuente práctica leer a escritores cuyo arte es del mismo tipo - aquí san Agustín, allí Varrón, aquí Horacio, allí Prudencio. (Sidonio Apolinar, Epístolas)
Reconstrucción de una biblioteca. Foto de Cassius Ahenobarbus |
Vitruvio ya mencionó que las bibliotecas deberían incluirse entre las estancias de las casas:
"Las bibliotecas deberán orientarse hacia el este, ya que el uso de estas estancias exige la luz del amanecer y, además, se evitará que los libros se pudran en las estanterías. Si quedan orientadas hacia el sur o hacia el oeste, los libros acaban por estropearse como consecuencia de las polillas y de la humedad. (Vitruvio, De Arquitectura, VI)
“En Sereno Samónico, que fue muy
amigo de su padre, tuvo un preceptor muy querido y estimado; tanto que cuando
éste murió legó todos los libros de su padre —llamado también Sereno Samónico—
que alcanzaban la cifra de sesenta y dos mil, a Gordiano el Joven. Esto le
llevó a los cielos, pues, gracias al prestigio de las letras, tras entrar en
posesión de una biblioteca de tal magnitud y esplendor, alcanzó la fama entre
los hombres.” (Historia Augusta, Gordiano el joven, 18, 2)
Los libros eran un bien de inversión que se revalorizaba con
el tiempo y que, a veces, se exhibían como elemento decorativo en comedores,
para que los invitados admirasen su importancia. Los estantes y armarios se
hacían de maderas nobles con adornos en marfil.
“Busca poemas inéditos y
trabajos en borrador, que no los conoce más que uno solo, y que los guarda bajo
llave en sus armarios el propio padre de las hojas inmaculadas a las que no ha
arrugado el contacto de una barba ruda…” (Marcial, Epigramas, I, 66)
Códice Amiatinus |
"¿De qué sirven tantos libros y librerías, si su dueño apenas leyó en toda su vida los índices? La cantidad de libros resulta pesada y no enseña; y así te será más seguro entregarte a unos pocos autores, que errar siguiendo a muchos... Se debe tener, pues, la cantidad suficiente de libros, sin que ni uno solo sea por ostentación...Encontrarás que muchos ignorantes tienen todo lo que se ha escrito de oraciones y de historias, teniendo estanterías de madera de citrus y marfil llenas de libros hasta los techos; porque incluso en los baños se hacen librerías, como lujo forzado en las casas. Lo excusaría si fuera fruto del deseo de estudiar; pero ahora estas exquisitas obras de genios consagrados, con sus imágenes talladas, se buscan para adornar las paredes." (Séneca, De la Tranquilidad del ánimo, IX)
“Aquí donde me veis, si no abogo en los estrados, he aprendido las bellas letras por afición, y no creáis que he perdido ya el amor al estudio; por el contrario, tengo tres bibliotecas, una griega y dos latinas y me gusta saber.” (Petronio, Satiricón, 48)
“Crees que vas a parecer ser
alguien en el mundo de la cultura, porque te afanas en comprarte los mejores
libros. Los tiros, sin embargo, van por otro lado, y eso, en cierto modo, es
una prueba de tu incultura. Y, sobre todo, no compras los mejores, sino que te
fías del primero que te los pondera y eres toda una presa fácil de quienes
andan soltando mentiras en asuntos de libros, y un tesoro bien a punto para sus
vendedores. Porque, ¿desde cuándo crees que te sería posible discernir cuáles
son antiguos?, ¿cuáles son valiosos?, ¿cuáles no merecen la pena y están
remendados?, a no ser que saques las conclusiones por el número de picaduras y
cortes que presentan y admitas a los gusanos como consejeros a la hora de
proceder a ese examen. Pues, ¿qué capacidad tienes tú para discernir sobre la
exactitud y ausencia de erratas que haya en ellos?” (Luciano, Contra un
ignorante que compraba muchos libros, 1)
Pintura de Alma Tadema |
"El primero que introdujo
en Roma gran cantidad de libros fue Emilio Paulo, después de la derrota de
Perseo, rey de los macedonios; después de él, Lúculo, como parte del botín del
Ponto." (Isidoro de Sevilla, Etimologías, VI, 5)
En la villa de los Papiros, en Herculano, perteneciente a
Lucio Calpurnio Pisón Cesonio, suegro de Julio César se encontraron casi 2000
rollos de papiros carbonizados, escritos principalmente en griego. Los papiros
se guardaban en una habitación con estantes en las paredes y una estantería
exenta de madera de cedro en el centro. Para leer los rollos, se llevaban a un
patio contiguo para tener luz suficiente.
Papiros carbonizados. Villa de los Papiros, Herculano |
“¿Qué esperanza tienes puesta en
los libros, que estás constantemente enrollándolos, pegándolos, arreglándolos y
borrándolos con azafrán y cedro, recubriéndolos con pastas, poniéndoles
ribetes, como si estuvieses gozando, en cierto modo, de ellos?” (Luciano,
Contra un ignorante que compraba muchos libros, 16)
Museo Arqueológico Nacional de Nápoles |
Diplomas militares |
El papiro, planta procedente de Egipto, era cortado por los antiguos egipcios que se metían en el río en pequeñas barcas. Allí cortaban las plantas por el tallo y las iban empaquetando en fardos, y una vez en tierra las limpiaban. Arrancaban las hojas y la parte exterior del tallo, que es la más dura, porque lo que se utilizaba era la médula de la planta. Luego la partían en finas láminas que después colocaban horizontalmente, y por encima de forma transversal. Más tarde se prensaban con pesos y entonces los tallos soltaban una savia pegajosa, que servía de pegamento, y posteriormente se dejaba secar la hoja de papiro durante varios días. Para hacer más fina la hoja y mejorar su calidad se pulía con una piedra.
“El «papel» se confecciona a partir del papiro, escindiéndolo con una aguja en láminas muy finas y lo más anchas que se pueda. La primacía la tiene la del centro y después las cortadas sucesivamente desde él… Se teje cada una de estas clases en una tabla humedecida con agua del Nilo: el limo del agua sirve como cola. En primer lugar, se extienden sobre la tabla las láminas en posición vertical, por su parte anterior, de la mayor longitud que pueda dar el papiro, después el entramado se acaba con otras láminas trasversales una vez recortadas ambas partes. Se comprime después con prensas y las hojas de «papel» se secan al sol y se unen entre sí, disminuyendo siempre la calidad de las siguientes hasta llegar a la peor. Nunca un rollo tiene más de veinte.” (Plinio, Historia Natural, XIII, 74-77)
Facsímil relativo al cultivo y tratamiento del papiro. Museo Metropolitan, Nueva York |
“El Sota de Ennio que me has
devuelto me parece que está escrito sobre un papiro más pulido, en un rollo
mejor y con una letra más cuidada de lo que lo había sido antes.” (Frontón,
Epístolas, 22)
Fragmentos de papiro |
"No tienes por qué considerarlos regalos pequeños, cuando un poeta te regala folios en blanco." (Chartae maiores, Marcial, XIV, 10)
Retrato de Herculano, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles |
La hoja de papiro se escribía por una sola cara, la interior que se pulía, mientras la cara posterior se untaba con aceite de cedro para protegerlo, perfumarlo y teñirlo de un tono amarillento. Una vez acabado el rollo (scapus), la última hoja se pegaba a una varilla (umbilicus), generalmente torneada en los extremos, alrededor de la cual se enrollaba el volumen; sus extremos, en los volúmenes más lujosos se pintaban y se les añadían unos discos llamados cornua, que generalmente eran de marfil. Los márgenes laterales se alisaban con piedra pómez, ya que el papiro se deshilachaba con frecuencia.
“Decid, Piérides, con qué presente sería honrada
Neera, si bien ya mía o, si bien me engaño, sin embargo
querida. «Las hermosas son cautivadas con la poesía, las
avariciosas con dinero. Que ella se alegre, como merece,
con tus versos. Ahora bien, que una envoltura amarilla
recubra el librito, se pula con la piedra pómez y corte
antes sus blancas barbas y cubra la parte superior del
pequeño volumen para que un título escrito indique tu
nombre, y que se pinten, entre el doble frente, las
Fresco, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Foto Ken Welsh |
“Pequeño librito (y no te desprecio por ello), sin mí irás a la ciudad de Roma, ¡ay de mí!, adonde a tu dueño no le está permitido ir. Ve, pero sin adornos, cual conviene a un desterrado: viste, infeliz, el atuendo adecuado a esta desdichada circunstancia. Que no te envuelvan los arándanos con su color rojizo, ya que ese color no se aviene muy bien con los momentos de tristeza; ni se escriba tu título con minio, ni se embellezcan tus hojas de papiro con aceite de cedro, ni lleves blancos discos (cornua) en una negra portada. Queden esos adornos para los libritos felices; por tu parte, no debes olvidar mi triste condición. Que ni siquiera alisen tus cantos con frágil piedra pómez, a fin de que aparezcas hirsuto, con las melenas desgreñadas. No te avergüences de los borrones: el que los vea pensará que han sido hechos con mis propias lágrimas.” (Ovidio, Tristes, I, 1)
El aceite de cedro se usaba como
conservante para los rollos de papiro y éstos se guardaban en cajas de madera
de ciprés, dura y resistente. El cedro y el ciprés son árboles de madera noble
y aromática:
"¿Podemos esperar que se creen poemas dignos de aceite de cedro y de cajas de pulido ciprés?" (Horacio, Arte Poética)
Para transportar los rollos se guardaban en una cesta redonda de piel con una tapa, que se llamaba capsa.
Capsa |
En las estanterías se metían en
unos casilleros (nidi) con capacidad para diez rollos y por eso obras como la
Historia de Roma de Tito Livio se dividen en décadas, grupos de una docena de
volúmenes.
Detalle de relieve de sarcófago, Ostia, Italia |
“Pues allí es donde yo escribo más, y no cultivo el campo que no poseo, sino a mí mismo con mis estudios, y allí puedo mostrarte una estantería lleno de manuscritos, como en otros lugares podría mostrarte un granero repleto de grano.” (Plinio, Epístolas, IV, 6)
Exposición Romanorum Vita. Foto Sebastiá Giralt |
“En cuanto a lo de reutilizar el pergamino, alabo desde luego tu espíritu ahorrador, pero me intriga qué había en aquellas hojas que has preferido borrar antes que renunciar a lo que has escrito, salvo que fuesen tus fórmulas. Porque no creo que borres mis propias cartas para volver a escribir sobre ellas.” (Cicerón, Cartas a Familiares, VII, 18)
Fragmentos de pergamino |
Para facilitar la venta del libro algunos editores incluían
el retrato del autor en la primera página.
¡Qué pequeño pergamino ha dado
cabida al inmenso Marón! La primera página lleva su propio retrato. (Virgilio
en pergamino, Vergilius in membranas, XIV, 186)
Códice de Virgilio. Biblioteca Apostólica Vaticana |
“Permitid a aquellos que los quieren tener libros antiguos o libros escritos en oro o plata sobre pergaminos purpura o en lo que comúnmente se llama letras unciales- estorbos escritos (los llamo yo) más que libros.” (San Jerónimo, Prefacio al libro de Job)
Codex Petropolitanus Purpureus, Biblioteca Nacional Rusa, San Petersburgo |
“Había hecho su testamento bajo el consulado de Lucio Planco y Cayo Silio, el tercer día antes de las nonas de abril, un año y cuatro meses antes de su muerte (3 de abril de 13 a.C.); escrito en dos códices, en parte por él mismo y en parte por sus libertos Polibio e Hilarión, había sido depositado en poder de las vírgenes vestales, que lo sacaron ahora a la luz junto con tres rollos igualmente sellados. Todos estos documentos fueron abiertos y leídos en el Senado.” (Suetonio, Augusto, 101, 1)
“Tú, que deseas que mis libritos
estén contigo en todas partes, y buscas tenerlos como compañeros de un largo
viaje, compra los que en pequeñas páginas oprime el pergamino.” (Marcial,
Epigramas, I, 2)
Códices de Nag Hammadi |
“En unas exiguas pieles se
condensa el inmenso Livio, que no cabe entero en mi biblioteca.” (Marcial,
Epigramas, XIV, 190)
La tabula cerata era una pequeña plancha de madera,
un poco rebajada por el centro, en la que se vertía cera de abeja, normalmente
tintada de negro. Cuando la cera se endurecía, se podía escribir sobre ella
mediante un punzón, por lo tanto, la escritura se grababa. En el centro de cada
página se ponía un pequeño taco de madera que impedía que las superficies
enceradas se tocasen. A veces se adornaban con materiales lujosos como el
marfil, el oro y las piedras preciosas.
"¡Así que mis astutas
tablillas se han perdido, y, por tanto, muchos buenos textos también! Estaban
muy gastadas por el uso de mis manos, y buscaron la buena fe al no estar
selladas. Además, sabían cómo pacificar a las chicas, y pronunciar palabras
elocuentes, sin mí. Ningún adorno de oro las hacía preciosas; eran de cera sin
lustre sobre madera de boj ordinaria. Tales como me eran fieles así
permanecieron, y siempre produjeron un grato efecto.” (Propercio, Las
tablillas perdidas, III, 23)
Museo Arqueológico de Nápoles |
Las tablas podían ser simples, pero también se unían
mediante finas correas de piel, como un libro y se le llamaba duplices,
triplices, multiplices:
Tablillas múltiples |
Las tablillas enceradas se usaban para registrar actuaciones
legales, actas de nacimiento y documentos de manumisión de esclavos, así como
para anotaciones personales, recordatorios, correspondencia, prácticas de
caligrafía y ejercicios escolares. Se podían sellar con cordones y sellos de
plomo para garantizar su autenticidad o para salvaguardar la información que
había en su interior.
“Hallándose esta misma Dinea
haciendo testamento, Opiánico, que había sido su yerno, le tomó las tablillas y
borró con el dedo sus legados; y como esto lo había hecho en varios pasajes,
una vez que ella murió, con el fin de que no pudiese ser impugnado el
testamento por causa de las raspaduras, transcribió el testamento a otras
tablillas y lo selló con sellos falsos.”
(Ciceron, En defensa de Aulo Cluencio, 41)
Tabula cerata |
Se utilizaban distintas variedades de madera como pino, boj, nogal…pero también otros materiales más suntuosos, como el marfil.
“Para que las ceras descoloridas no oscurezcan tus ojos cansados, letras negras tinten para ti el níveo marfil.” (Tablillas de marfil [Pugillares eborei], Marcial, XIV, 5)
“Pero como hasta el final del
capítulo tendría que seguir una exposición compleja, y ya hemos llenado las
tablillas de cera, baste haber dictado hasta aquí; porque la palabra que no se
pule estilo en mano, siendo ya de por sí descuidada, resulta aún más
desagradable si a su pesadez propia se añade la prolijidad. Además, estoy
aquejado con dolor de ojos y sólo dispongo para el estudio de los oídos y de la
lengua.” (Jerónimo, Carta a Dámaso, XVIII)
Tabula cerata y stilus. Foto Elena Gallardo |
"Tuyos serán estos plumieres provistos de sus estilos; si se los das a tu niño, será un regalo importante." (Graphiarium, Marcial, XIV, 21)
Otros instrumentos para escribir era el calamus, un trozo de
caña que se utilizaba sobre papiros y pergaminos, se cortaba un extremo en
forma oblicua mediante un corta plumas. Penna scriptoria eran las plumas de las
alas de las aves.
“Están ya en la mano el libro,
el pergamino a dos tintas y perfectamente rasado, el papiro y la pluma nudosa.
Pero entonces nos quejamos de que el líquido es denso y de que nos cuelga del
cálamo... si echamos agua el negro de sepia se desvanece. Y nos lamentamos de
que la caña suelte de dos en dos las gotas diluidas. ¡Oh desventurado! ¡Más
desgraciado cada día que pasa!” (Persio, Sátiras, III, 10)
Fresco de Pompeya, Museo Arqueológico Nacional de Pompeya |
"Se hacía con hollín de varias formas, con resina quemada o pez: y para este propósito se construyen hornos, que no dejan escapar el humo. Se hace de esta forma con madera de pino: se mezcla con hollín de los hornos o de los baños y se usa para escribir los rollos de los papiros. A veces se hace tinta hirviendo y escurriendo los posos del vinagre."
A partir del siglo III d.C. empieza a usarse tintas de base mineral, uno de los procedimientos de elaboración consistía en picar agallas de encina o roble, mezclar el polvillo resultante con agua, y añadir finalmente sulfato de cobre o de hierro. Las de origen vegetal se elaboraban macerando la corteza de espino y sometiendo el jugo a sucesivas cocciones hasta formar una pasta a la que se añadía vino, tras nuevas cocciones la pasta producida se secaba al sol.
Cuando se tenía que escribir se tomaba la cantidad necesaria de pasta seca y se disolvía en vino o agua.
“Enrolla, Musa, este campo de
papiro y que el trazo de caña de Cnido no siga avanzando a través de los
caminos del cálamo de pie hendido, pintando lo que queda de la seca página con
las negras hijas de Cadmo. O que la esponja de color de leche borre de todos
los versos a la vez la oscura sepia.” (Ausonio, Epístolas, XIII, 50)
Casa de Marco Lucrecio, Pompeya |
“Claudia Severa saluda a su
Lepidina. El 11 de septiembre, hermana, para celebrar mi cumpleaños te envío
una cordial invitación para asegurar que vendrás y hacer el día más agradable
para mí con tu llegada, si estás aquí (?). Saluda a tu Cerial. Mi Elio y mi
hijito le mandan sus saludos.”
Tablillas de Vindolanda, Reino Unido |
https://www.academia.edu/23031469/Book_Formats._Scroll; Book formats. 2. Roll; Ana B. Sánchez-Prieto
https://www.academia.edu/23408717/Book_Formats_2._Codex; Book formats 2. Codex; Ana B. Sánchez-Prietohttps://revistas.um.es/myrtia/article/view/159381; Libros, libreros y librerías en la Roma antigua; José Luis Vidal
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3761481; El libro en Roma; Ibor Blázquez Robledo
http://www.tyndalehouse.com/tynbul/library/TynBull_2006_57_1_07_Barker_OxyrhynchusLibraries.pdf; CODEX, ROLL, AND LIBRARIES IN OXYRHYNCHUS; Don C. Barker
A History of Reading; Steven R. Fischer; Reaktion Books