Pintura de Herculano |
Roma desarrolló un arte musical con influencia de los
etruscos, griegos y el próximo oriente. El pueblo romano adoptó los modos
musicales que las civilizaciones ya existentes les aportaron.
La sociedad romana tenía sus propias instituciones musicales
que componían para las comedias latinas y para las canciones militares.
“Un escritor de gran autoridad, como Catón, ha escrito en sus
orígenes que en los banquetes de nuestros antepasados existía la costumbre de
que los invitados cantasen por turno, acompañados de la flauta, las empresas
gloriosas y las acciones valerosas de los hombres ilustres. De esto resulta
evidente que entonces existían, además de las composiciones poéticas, cantos
que se escribían para acompañar a los sonidos de las voces.”(Cicerón, Tusculanas, 4)
La música acompañaba a los pueblos de la antigüedad en sus
ritos religiosos y festivos. Los instrumentos utilizados en Mesopotamia, Egipto
y Grecia fueron heredados por los pueblos mediterráneos
centroeuropeos, como los Celtas, Iberos y Etruscos.
Bardo de Paule, Bretaña |
Relieve Mesopotamia, Museo Oriental Chicago |
Estatua con tympanum |
La expansión romana trajo la introducción de las costumbres, mercancías y religión entre los ciudadanos romanos que con el tiempo fueron aceptando y asimilando sus aportaciones culturales y religiosas.
En Grecia la música se consideraba parte integrante de la
educación como refuerzo de la moral y acompañaba todos los acontecimientos
cívicos y religiosos, incluso los eventos deportivos.
La severidad y austeridad de los primeros romanos les llevó
a rechazar la música extranjera por considerar que provocaba la relajación de
la moral y las costumbres.
“Vosotros cantad al festejado
dios y pedid por el ganado en voz alta: que cada uno pida abiertamente por el
ganado, pero en silencio para sí, o incluso para sí también abiertamente, pues
la alborozada algarabía y la curva flauta de sones frigios no dejan oir.”
(Tibulo, Elegías, II, 1)
La música acompañaba la vida de los romanos en las tareas de
las cosechas con los versos fesceninos que
entonaban los jóvenes en forma de improvisaciones groseras y satíricas, e
incluso obscenas, para propiciar una buena cosecha o agradecer la exuberancia
de los frutos recogidos.
También en los sacrificios propiciatorios los flautistas entonaban melodías y
si dejaban de tocar. el sacrificio se daba como no válido.
Pintura de Larario con flautista, Museo Arqueológico de Nápoles |
En la
ceremonia nupcial la comitiva que acompaña a la novia a su nuevo hogar se
acompaña de la melodía de flautistas contratados y constituye un marco
apropiado para la improvisación de danzas festivas, alentadas por el jolgorio y
la cadencia de palmas.
“Vamos, flautista, mientras sacan aquí afuera a la flamante
novia, llena toda esta plaza con una dulce melodía para celebrar el himeneo.
¡Himen, Himeneo, oh Himen” (Plauto, Casina, 799-800)
Durante las largas
cenas que los romanos celebraban en sus lujosas casas era habitual comer
mientras se escuchaba la música o terminar la noche con una actuación musical
de flautistas o un recital de poesía al
son de la cítara.
“Es grato en ocasiones delirar.
¿Por qué cesan los aires de la flauta,
Que traen de Berecinto las notas placenteras?
¿Por qué, colgadas
juntas,
La lira y la siringa nuestro festín no alegran?”
(Horacio Odas, III, 19)
Mosaico del Palatino |
Según
los poetas elegíacos, durante el desarrollo de
fiestas privadas, como bodas, nacimientos y cumpleaños era habitual
cantar y bailar al son de las flautas. También acompañaban los cortejos
fúnebres donde la música, junto a los
lamentos, ayudaba a exteriorizar el
dolor.
“En tiempos de nuestros abuelos
los flautistas eran muy necesarios y se les tenía en gran estima. La flauta
sonaba en los santuarios, sonaba en los festivales, sonaba la flauta en los
tristes funerales. Era un trabajo dulce y recompensado.” (Ovidio, Fastos, VI)
Flautista etrusco, Tumba Leopardi |
Los instrumentos musicales de los romanos aumentaron el
tamaño de los heredados de los griegos para obtener mayor intensidad y volumen
de sonido.
“La flauta (no como ahora,
ceñida de latón y émula de la trompeta, sino ligera y simple, con pocos
agujeros) se bastaba para acompañar y ayudar a los coros y llenar con su
soplido filas aún no demasiado atestadas; allí se reunía un pueblo que se podía
contar, pues era pequeño, y no sólo austero, sino decente y discreto… Así al
arte venerable el flautista añadió ampulosidad y pavoneo arrastrándose sin tino
por los tablados. Así también a la severa lira le aumentaron los registros y
con estilo temerario vino una insólita interpretación…” (Horacio, Arte Poética)
Los romanos adaptaron la doble flauta, el aulòs griego y lo
denominaron tibia, que tuvo una fuerte raigambre popular, a pesar de tener una sonoridad estridente, en vez de
suave o dulce.
El aulòs lo inventó la diosa Atenea que al soplar vio como se le deformaba la cara y la tiró. Marsias la encontró y retó a Apolo a una competición musical entre la cítara y la flauta doble. Apoló acabó desafiando a Marsias a tocar cabeza abajo lo que no podía hacer con su instrumento, por lo que perdió y Apolo le hizo desollar.
La tibia era una flauta doble de longitud variable según el
número de agujeros. Los distintos tipos de flautas usadas por los tibicen romanos (flautistas) seguían una
denominación que correspondía a los países conquistados por Roma. La tibia
Phrygia tenía un extremo curvo y se tocaba en los ritos de la diosa Cibeles.
El aulòs lo inventó la diosa Atenea que al soplar vio como se le deformaba la cara y la tiró. Marsias la encontró y retó a Apolo a una competición musical entre la cítara y la flauta doble. Apoló acabó desafiando a Marsias a tocar cabeza abajo lo que no podía hacer con su instrumento, por lo que perdió y Apolo le hizo desollar.
Mosaico de Apolo y Marsias, Museo del Bardo, Túnez |
Los ejecutantes de música con la tibia llevaban unas tiras
de cuero que, saliendo de la embocadura bordeaban los carrillos y se anudaban
en la nuca del instrumentalista. Se controlaba de esta forma el soplo con más
facilidad y se disimulaba la antiestética hinchazón de los carrillos del
músico.
“Ebria, nos revienta la tocadora
con sus carrillos como una cuba: muchas veces toca dos a la par, otras muchas
un monaulos.” (Marcial,
Epigramas)
Los artesanos que fabricaban las tibias utilizaban distintas
maderas dependiendo de la función del instrumento; la de boj era la preferida
para las tibias de las ceremonias religiosas, en cambio, para los espectáculos
se elegía el loto, pero también hueso o la plata.
“Una cosa es pastorear y otra el
cultivo del campo, aunque afines, así como la flauta de la derecha es distinta
de la de la izquierda y sin embargo de alguna manera están unidas, ya que, en
las cadencias del canto, una de ellas toca la melodía, la otra el
acompañamiento.” (Varrón, I, V)
Dios Pan con siringa, Pompeya |
La flauta de Pan o siringa, que en Roma se llamó fistula, nació según el mito en el que
la ninfa Siringe, perseguida por Pan, fue derribada junto al río, donde pidió
ayuda a la diosa de dicho río, que la transformó en cañas. Pan, aunque
frustrado en su deseo amoroso, escucha la dulce música que produce el viento al
pasar entre las cañas y decide cortarlas en fragmentos de distinta longitud y
las pega con cera, formando la primera siringa.
Otras flautas eran la fistula
obliqua (la flauta travesera), y el calamus o flauta de hueso. Instrumentos
ya conocidos desde la Prehistoria y usados en Mesopotamia, Egipto y otros
pueblos.
A finales del Imperio hubo una afición desmedida a la
música, eminentemente rítmica y acompañada de percusión, que encantaba a una
juventud que ya no quería practicar la guerra ni el trabajo. Con la llegada del
Cristianismo el uso de las flautas decayó y los instrumentos de percusión
fueron prohibidos porque se asociaban a los ritos paganos y orgiásticos.
Los poetas
gustaban de invocar a Apolo y las Musas
griegas como protectores de su arte y para pedir inspiración para sus obras.
"Baja del cielo, oh soberana Musa, ¡Vamos baja del cielo y
entona con la flauta un larga melodía, reina Caliope, o, si es lo que ahora
quieres, con tu aguda voz o con las cuerdas de la cítara de Febo.” (Horacio, Odas, III, 4)
Musa Euterpe, Museo Arqueológico de Tarragona |
Lira, Casa de Lucrecio Fronto (Foto de Karl) |
“Me invitan a pulsarte, si a la sombra
Canté, a tu son, mis ocios pasajeros,
Inspírame hoy un cántico latino
Que perdure en el tiempo,
Tú, noble lira, que pulsada fuiste
Por el glorioso Alceo,…
Honra de Febo, tortuga grata
A los festines de
Júpiter supremo
Delicia suya, y para mí el más dulce
Remedio de las penas: oye mi ruego. “
(Horacio, Odas, I, 32)
Apolo con cítara, Museo Palacio Massimo, Roma |
La cítara tenía una caja armónica de madera con dos brazos
que se unían en la parte alta por medio de un travesaño horizontal; entre la
parte inferior de la caja y el travesaño se tendía un número variable de
cuerdas de tripa de oveja o de cáñamo. El número de cuerdas podía variar mucho
– hasta dieciocho en las piezas más tardías-, pero el tipo de cítara más
habitual estaba dotado de siete cuerdas. Se tocaba sentado o de pie, con el
instrumento delante del músico y en posición ligeramente inclinada. Las cuerdas
se hacían sonar con la mano derecha, con
un plectro hecho de un cuerno animal y
atado a la base del instrumento, probablemente para soltarlo cuando hubiera que
puntear las cuerdas con los dedos, aunque los más virtuosos se servían solo de
las manos. Con la izquierda se sujetaban las cuerdas que no debían sonar y se
amortiguaba la vibración para obtener efectos peculiares.
La música de lira o cítara, propia de Apolo, que permitía la
expresión de la palabra mediante el canto, lo que no ocurría con la música de las flautas, que era meramente instrumental , se
consideraba más culta y elegante. La música de flauta era tenida como más
vulgar y rústica, propia de los faunos y de ambientes dionisiacos. Entre los patricios el
canto acompañado de la lira o la cítara era considerado como signo de
distinción, ya que era el arte de Apolo. En cambio tocar la flauta era visto
como vulgar ya que provenía del dios
Dionisos, símbolo de lo irracional y el descontrol.
“Recita, además, mis versos,
acompañándose de la cítara, sin que músico alguno le haya enseñado a hacerlo,
ha sido el amor, que es el mejor de los maestros.” (Plinio, Epístolas, IV, 19)
Museo Nacional Romano |
La pandura o pandorium es el antecedente de la bandurria. Es semejante al laúd con varias cuerdas y
proviene del Próximo Oriente. En Mérida se encuentra una estela que muestra una joven tocando este instrumento, poco conocido y mencionado en los documentos sobre el mundo romano. La joven se llama Lutacia Lupata y la estela le está dedicada por su maestra Severa.
Los instrumentos de percusión eran utilizados en ocasiones
donde imperaba el desenfreno y el goce de los sentidos como las fiestas en
honor del dios Baco, las Bacanales. Los participantes en festivales donde el vino y los bailes
eran parte principal de la celebración, como los cultos a divinidades
orientales, acompañaban sus cantos con
instrumentos como los címbalos o platillos, el pandero (tympanum), o flautas de
fuerte sonoridad.
Los címbalos
eran unos platillos de bronce con una
concavidad interior y planos en los bordes, cuyos centros están perforados y
atravesados por unas correas de cuero o unas cuerdas que sirven para sostenerlos.
Los crótalos
estaban formados por dos cañas hendidas o dos piezas ahuecadas de madera o
metal, partidas por el medio, de modo que dando estos pedazos uno contra otro
con diversos movimientos de los dedos, producían un ruido semejante al de una cigüeña
con su pico.
Mosaico con cortejo Dionisiaco, Museo Ismailiya, Egipto |
¡Marchad juntas, seguidme
Hasta el santuario frigio de Cibeles, hasta el bosque
frigio de la diosa,
Donde suena la voz de los címbalos, donde el tímpano
retumba,
Donde el flautista frigio entona honda canción en su caña
recurva,
Donde las Ménades, coronadas de hiedra, sacuden fuerte
sus cabezas…”
(Catulo, Poemas, 63)
Fauno con crótalos y scabellum |
El scabellum era
un instrumento de percusión, que consistía en una suela de metal o madera
maciza, que se unía mediante una bisagra a la suela del zapato, y con la que el
scabellarius podía golpear el suelo
de piedra o una plancha especialmente diseñada para ello. Con él se marcaba el
ritmo y el tiempo.
A finales del siglo I y durante el siglo II los emperadores
favorecieron el arte, y, a veces participaron también en él. Nerón presumía de
tocar la flauta y la cítara, y otros emperadores trajeron músicos del
Mediterráneo oriental, donde se conservaba mucho mejor la tradición griega.
Mesomedes de Creta entusiasmó a las corte de Adriano y Antonino Pío con sus
composiciones y sus instrumentos de cuerda, que impuso para sustituir a
aparatos más estruendosos.
El
emperador Adriano tenía a su servicio un músico griego, Mesomedes de Creta, al
que se atribuyen dos composiciones para voz e instrumentos de cuerdas pulsadas,
cítaras. Una es un himno al Sol y otra es un himno a Némesis.
HIMNO A NÉMESIS
Némesis, alado equilibrio
de la vida,
diosa de oscuros ojos, hija de la Justicia,
tú que dominas la vana arrogancia de los
mortales
con inquebrantable brida
y condenando la dañina vanidad, la negra envidia
eliminas....
Esta música, llamada monofónica o
monódica, consistía en un canto a una
sola voz con acompañamiento y permitía
al ejecutante y compositor tomarse libertades en cuanto a las formas y estilos
musicales.
“Y según estábamos después de la cena, se presenta un
muchacho, esclavo de mi padre, templando una cítara, y al principio, pulsó las
cuerdas haciéndolas vibrar con las manos desnudas y, haciendo resonar
dulcemente un poco de aire, susurraban muy bajo como un murmullo con los dedos;
después de esto ya golpeaba las cuerdas con el plectro, y tocando un poco a los
sonidos de la cítara, cantó al son de sus notas.” (Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte, I, 5)
Apolo Moregine |
Los romanos admitían la enseñanza del canto como medio de reforzar
la voz y mejorar la expresión oral. En las familias nobles la música formaba
parte de la educación de los niños y los jóvenes que sabían
tocar la lira o la cítara mientras recitaban unos versos eran tenidos
como cultos. Incluso las niñas y jóvenes aprendían a tañer la lira y entonar
canciones y eran animadas a demostrar sus dotes aunque guardando el decoro
debido.
“Y cuando con plectro eolio tañe hermosas canciones
Igual de sabia al tocar que la lira de la fuente Aganipe
Y cuando sus escritos compara a la antigua Corina,
Poemas que nadie piensa valgan igual que los suyos.”
(Propercio, II, 3)
Como otros tipos de artistas los músicos callejeros se unían
en compañías itinerantes que actuaban en la calle y en las casas donde se les
contrataban para actuar.
Músicos callejeros, Mosaico Casa de Cicerón, Museo Arqueológico de Nápoles |
Bibliografía:
revistas.uned.es/index.php/ETFII/article/download/1764/1643, La presencia de la música en los contextos funerarios griegos y etruscos, MARÍA ISABEL RODRÍGUEZ LÓPEZ
www.analesiie.unam.mx/index.php/analesiie/article/view/1082, La música de Roma, Jorge Velazco
https://archive.org/details/cu31924022389054, The history of music, William Chapell
Una información muy útil e interesante. Buen trabajo, sinceramente.
ResponderEliminarUn saludo :)
Buenos días,
EliminarAgradezco su comentario. Un saludo.