viernes, 30 de diciembre de 2016

Viridarium, jardín y peristilo en la domus de la antigua Roma



Pintura de Villa de Livia en Prima Porta, Museo Nacional Romano, Roma

"Tengo un jardín el cual, desde que dejé de pastorear a causa de la vejez, he labrado con mis propias manos teniendo en él cuantas plantas producen las estaciones, cada una en la estación correspondiente:
Por primavera, rosas y lirios y jacintos y violetas de los dos tipos; en verano adormideras y peras salvajes y manzanas de toda clase, ahora vides e higueras y granados y verdes mirtos.
En este jardín se reúnen bandadas de pájaros al amanecer, unos para alimentarse, otros para cantar; pues está enteramente cubierto y sombreado y regado por tres fuentes; si alguien derribase el vallado, creería ver un bosque sagrado." (Longo, Dafnis y Cloe, L. II)

El jardín romano tiene su origen en el hortus que las antiguas casas romanas situaban en la parte trasera de la casa, junto a la cocina, y donde se cultivaban las plantas y verduras que servían de sustento a la familia.

La incorporación de un espacio techado sustentado por columnas daría lugar al porticus (pórtico) que implicaría un aprovechamiento mayor de la zona ajardinada.


Pintura de Luigi Bazzani

 A partir de época tardorrepublicana - II a.C.-, con la expansión de Roma por el Mediterráneo, llegó la incorporación del peristilo por influencia griega. La cultura helenística que marcó los gustos privados de la aristocracia itálica contribuyó a que ese primitivo jardín doméstico se transformase en el peristilo, espacio ornamental rodeado en todos sus lados por columnas, destinado a asumir una función decorativa y funcional que acabaría dotando al propietario de prestigio social y económico.

"Plantaciones de laureles, platanares, pinares que llegan al cielo y baños para más de uno los tienes tu solo, y para ti se alza un elevado pórtico de cien columnas, y pisado por tus pies reluce el ónice, y tu hipódromo polvoriento cascos veloces lo hacen resonar, y el flujo del agua al pasar canta por doquier; tus atrios se extienden a lo lejos. Pero ni para cenar ni para dormir hay sitio por ningún lado. ¡Qué bien malvives!" (Marcial, Epigramas, XII, 50)


Peristilo con pozo, Casa del Atrio Corintio, Herculano

El peristilo, por su ubicación, con acceso al vestíbulo o al atrio, y a las salas consideradas de representación, el oecus y el triclinium, constituyó el núcleo de la domus romana en la antigua Roma, donde se llevaría a cabo parte de la vida pública del dominus y que le proporcionaría el status deseado.

En cuanto a la función práctica que se le atribuía, satisfacía la necesidad de ventilación e iluminación de la casa e incluso la de recoger el agua de lluvia. Se convirtió en lugar de trabajo para el señor de la domus en su tarea profesional o literaria, y para la recepción de los clientes y amigos más cercanos, para la señora en su labor con la lana y tareas domésticas, para los niños como espacio de recreo y de aprendizaje de sus lecciones escolares y para los esclavos en la realización de sus quehaceres cotidianos.


Pintura de John William Godward

Avanzado ya Imperio el peristilo pasó a situarse en el centro de la casa con todas las estancias en torno a él, y se convirtió también en el lugar donde se desarrollaba el ocio familiar con la celebración de banquetes, preparando los alimentos en cocinas portátiles instaladas en estos espacios. Pasó a ser escenario de recitales musicales y espectáculos artísticos y pudo ser la sede en la que se celebraban algunos cultos domésticos - el cotidiano culto a los lares, penates, y antepasados o los más específicos referidos a festividades concretas- no sólo referentes al ámbito más privado de los propietarios de la vivienda, sino incluso, al ámbito público de la domus.

"El alojamiento imperial no era en modo alguno suntuoso, porque estaba hecho de arcilla y madera y sin decoración; pero su jardín, aunque inferior al de Alcinoo, se podía comparar al de Laertes. Había un bosquecillo de cipreses y a lo largo del muro estaban también plantados en línea uno detrás de otro. En el medio había vegetales y árboles de todas clases con frutos. ¿Me preguntas qué que hice allí? Hice sacrificios por la noche y al alba, como suelo hacer todos los días." (Juliano, Cartas, 58)


Pintura de Stefan Bakalowicz

Se diseñaba, además, como un espacio cerrado en sí mismo y separado de los corredores de la vivienda -deambulatoria- a través de muretes de mampostería o cercas de madera o piedra que condicionaban los accesos al interior del jardín y la circulación misma de los pórticos: vallas de madera y piedra -cancelli- que fueron muy habitualmente representadas en las pinturas y mosaicos que decoraban las propias residencias.

"Ella estaba en el jardín de la casa, que era un vergel. Una zona para recreo de los ojos. En torno a él había un pequeño murete, y a cada uno de sus cuatro lados tenía un pórtico sostenido por una fila de columnas. Por dentro, al abrigo de las columnas, había un pequeño bosquecillo de árboles y flores...  (Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte, I, 15)



Pintura de Villa Livia en Prima Porta, Museo Nacional Romano, Roma

El agua ocupaba un lugar preeminente en este jardín, puesto que allí se situaba el pozo que abastecía a la casa y al propio jardín, y las fuentes acompañaban con su borboteo las horas de descanso de los moradores de la casa, además de proporcionar frescor en las horas de más calor.

"En verano dormía con las puertas de su cámara abiertas y a menudo bajo el peristilo de su palacio, en el que el aire era refrescado por varios surtidores de agua y donde tenía además un esclavo encargado de abanicarlo." (Suetonio, Augusto, LXXXII)


Pintura de John William Godward

La decoración escultórica de los espacios ajardinados se enriquecía con la colocación de mascotas en piedra -perros, conejos, tortugas, ranas- y pequeñas piezas de mármol o terracota colocadas en los corredores a modo de cuadros -pinakes- o suspendidas entre las columnas -oscilla-, en las que se representaron, entre otras, escenas dionisíacas, teatrales o bucólicas y que, por su oscilación con el viento, se creía, que ahuyentaban a los malos espíritus.

La ornamentación del peristilo no quedaba restringida, sin embargo, a los juegos de agua y a las esculturas decorativas presentes en ellos, sino que se exhibían mosaicos y pinturas murales con temas relativos a la naturaleza animal y vegetal. Incluso los peristilos de los jardines domésticos más modestos podían convertirse en espacios más amplios recurriendo al uso de la pintura mural sobre sus pórticos en los que se representaban frondosas vegetaciones que mostraban frutos, árboles, flores, aves, fuentes y esculturas.


Pintura de Casa del Brazalete Dorado, Pompeya

"Este bosque, estas fuentes, esta sombra entretejida de los pámpanos vueltos hacia arriba, esta corriente guiada de agua de riego, estos prados y rosales, que no ceden al Pesto de las dos cosechas, y todas las hortalizas que verdean y no se hielan ni en el mes de Jano, y la anguila doméstica, que nada en un estanque cerrado, y esta torre de un blanco resplandeciente que cría palomas de su mismo color, obsequios son de mi dueña. A mi vuelta después del séptimo lustro, Marcela me ha dado estas casas y estos pequeños reinos. Si Nausícaa me concediera los huertos de su padre, podría decirle yo a Alcínoo: “Prefiero los míos”. (Marcial, Epig. XII, 31

Los jardines de las grandes villas eran expresión del poder económico y social del propietario. La gran extensión de terreno en sus posesiones, les permitía disponer de espacio suficiente para crear un entorno ideal donde disfrutar del ocio y recrearse el oído y la vista con el borboteo del agua de los surtidores y la cuidada ornamentación de flores, plantas y árboles, que dio lugar al arte de la jardinería, que los romanos llamaron opus toparía, mediante el cual , los jardineros de la época crearon la poda artística de las plantas, recortando arbustos para darles formas geométricas, humanas, mitológicas o de animales.


Reconstrucción de la casa de los Amorcillos Dorados, Pompeya

El xystus era una terraza bordeada de setos que servía como un salón al aire libre y a la que se accedía desde el pórtico. El ambulatio era una vereda entre flores y árboles, y otra vegetación que servía como entorno ideal para un ocioso paseo tras la comida u otra ocupación. La gestatio era una avenida sombreada donde el propietario podía montar a caballo o pasear en litera, que generalmente rodeaba el ambulatio, o se construía como un espacio separado.

"Delante del pórtico hay un paseo (xystus) adornado con arbustos de boj recortados con figuras muy diversas; desde el desciende en pendiente un bancal, sobre el que los bojes dibujan figuras de animales salvajes enfrentados por parejas; la parte llana está cubierta de acantos tan delicados que, me atrevería a decir, parece una superficie liquida. Todo alrededor hay una estrecha senda (ambulatio) cerrada por unos espesos arbustos podados de forma caprichosa. Allí comienza un paseo (gestatio) para las literas a la manera de un circo, que rodea un boj de mil formas y pequeños arbustos a los que la poda no deja crecer. Todo el jardín está cerrado por unos muros de mampostería, que un boj cortado en declive cubre y oculta de las miradas de la gente." (Plinio, Epis. V, 6)

Peristilo de Villa Diomedes, Pompeya

Un huerto de árboles frutales se podía integrar en un jardín, al que proporcionaba un complemento estético además de productivo, y del que su propietario podía enorgullecerse.


"Venid acá, Musas, prole de Júpiter altísimo,
que vamos a decir alabanzas de un huertecillo feraz,
El huerto suministra al cuerpo alimentos saludables
y le da al hortelano, una vez y otra, frutos variados:
agradables hortalizas y toda clase de verduras,
uvas lustrosas y los productos de los árboles.
No les falta a los huertos ni el mayor deleite
ni el gozo que se mezcla con muchas ventajas.
Agua cristalina de ruidoso arroyo lame las plantas
y un reguero llevado por el surco las va regando.
Relucen las flores con sus variopintos retoños
y condecoran la tierra con la alhaja de sus colores.
Las abejas agradecidas zumban con susurro leve,
mientras recogen puntas de flores o fresco rocío.
La vid fecunda echa su peso sobre el olmo compañero y 
con sus pámpanos da sombra al armazón de caña.
Los árboles ofrecen sombrajos impenetrables que
con su fronda tupida cortan el paso al sol hirviente.
Las aves cantarinas esparcen sones muy parleros
y sin parar halagan los oídos con sus canciones.
El huerto deleita, distrae, alimenta, retiene
y al alma triste quita la honda pena; 
al cuerpo devuelve su vigor y cautiva la mirada; 
retribuye nuestro esfuerzo con pago redoblado, 
concede al hortelano alegrías muy diversas." (Antología Latina, Asmenio, epig. 635)


Detalle de mosaico con granado, Heraclea Lyncestis, Macedonia

Viridarium parece haber sido la palabra escogida para designar al jardín ornamental que contenía elementos artificiales como estanques, edificios monumentales y fauna exótica como los pavos reales, sin función productiva, en contraposición, por ejemplo, al hortus olitorius, (huerto con verduras) que sí la tenía, como se ve por un pasaje del Digesto.

"Si la finca se utilizara para el ocio y para tener jardines placenteros (viridaria), veredas (gestationes), o agradables paseos sombreados por árboles sin fruto, el usufructuario no puede arrancarlos para hacer, por ejemplo, un jardín vegetal (hortus olitorius) o cualquier cosa para obtener un producto o un rédito." (Digesto, VII, 1, 13.4)


Pintura de John William Godward

Estos jardines ornamentales se completaban con pajareras para aves autóctonas o exóticas, pequeños santuarios dedicados a los dioses, fuentes y ninfeos, y comedores de verano con lechos de obra cubiertos por pérgolas.

"Y había aves, unas que buscaban su comida por los contornos del vergel, habituadas a la mano del hombre al ser domesticadas por mediación del alimento, y otras que aún con libres alas jugueteaban alrededor de las copas de los árboles. Las unas trinaban con sus cánticos de pájaros, las otras relucían con el atavío de sus alas. Y eran los alados cantores cigarras y golondrinas, aquéllas con sus cantos al lecho de la Aurora, éstas a la mesa de Tereo. Y las aves domesticadas, pavos reales y cisnes y loros: el cisne, que buscaba su pitanza en torno a los veneros de agua; el loro, que pendía en una jaula de un árbol; el pavo, que arrastraba su plumaje por entre las flores. Y la vista de las flores replicaba con su brillo al colorido de las aves y las alas florecían." (Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte, I, 7)




Viridarium se llamó también en las villas más extensas, a un pequeño cubículo sin techar, situado entre las habitaciones, destinado a aumentar la entrada de luz natural en las distintas estancias de la casa. Se adornaba con plantas decorativas y pinturas con motivos vegetales, animales y arquitectónicos que se encontraban habitualmente en los jardines reales, como fuentes, flores, pájaros, balaustradas, celosías, y máscaras.

"En la parte opuesta, casi en el centro del pórtico, hay unas habitaciones ligeramente retranqueadas, que rodean un pequeño patio, al que dan sombra cuatro plátanos, entre los que hay una pileta de mármol de la que el agua se derrama y favorece con un suave goteo a los plátanos que la rodean y a toda la vegetación que se encuentra debajo." (Plinio, Epis. V, 6)


Viridarium, Villa de Poppea, Oplontis, Italia

Los romanos tenían sus propios dioses protectores de los jardines: Venus, antes de convertirse en la dios del amor por su asimilación a la griega Afrodita, era una deidad protectora de los jardines, Vertumnus, de origen etrusco, dios de las estaciones y los jardines, Pomona, diosa de los frutales y huertos, y Flora, diosa de las flores.

"Así que, ¿qué puedo yo añadir a aquello por lo que soy el más famoso: que los frutos de los huertos se han confiado a mis manos?
El verde pepino, la calabaza de hinchado vientre y las lechugas atadas con fino junco tienen mi marca.
Y ninguna flor se abre en los prados, sin que, colocada lindamente, se marchite antes sobre mi frente." (Propercio, a Vertumnus, IV, 2)


Pintura de Venus en la concha, Pompeya

Príapo era un dios menor ligado a los cultos de fecundidad, procedente del Oriente griego. En Italia fue adoptado como protector de huertos y jardines; y como una especie de espantapájaros, sus imágenes de madera, a menudo pintadas de rojo, con un prominente falo, podían verse en la mayoría de ellos.

"Yo era antaño un tronco de higuera, inútil madero, cuando un artesano que no sabía si hacer un escaño o un Priapo prefirió que yo fuera un dios. Y un dios es lo que soy desde entonces, el mayor espanto de ladrones y pájaros; pues a los ladrones los tienen a raya mi diestra y la bermeja estaca que sale de mi indecente entrepierna; y a los pájaros inoportunos los ahuyentan las cañas hincadas en lo alto de mi testa, y les prohíbe posarse en los jardines nuevos." (Horacio, Sátiras, I, 8)


Pintura de John William Godward

Aunque las especies que se cultivaban en los jardines tenían que ver con el lugar geográfico donde se encontraban fueron los árboles de hoja perenne los más habitualmente cultivados en los jardines romanos y de los que podían disfrutarse todo el año frente a la efímera belleza -y embriagadores aromas- que proporcionaban los árboles frutales y flores que ocasionalmente ornamentaron los peristilos. Entre las especies cultivadas se encuentran arboles de sombra y frutales, como plátanos, cipreses, almendros; arbustos para formar setos, como laureles, mirtos, boj; flores en los arriates, como rosas, violetas, lirios; plantas aromáticas, como oréganos, tomillos, lavandas y otras especies como ruscos, hiedras y acantos.

 “Y era el jardín muy hermoso y semejante al de los reyes… Tenía toda clase de árboles: manzanos, mirtos, perales y granados, higueras y olivos; en otro lugar una alta vid, que con sus oscuros tonos se apoyaba en los manzanos y perales, como si en frutos compitiera con ellos. Y esto solo en arboleda cultivada. También había cipreses y laureles y plátanos y pinos.” (Longo, Dafnis y Cloe, IV)

Para proteger las plantas y acelerar su crecimiento se utilizaban invernaderos (specularia) hechos con láminas de lapis specularis, material transparente que dejaba pasar la luz y el calor.

“Para que tus vergeles de pálidas rosas de Cilicia (azafrán) no teman al invierno y el viento helado no perjudique a los tiernos planteles, unas cristaleras puestas cara a los vientos invernales del Sur dejan pasar uno rayos de sol limpios y una luz sin sombras.” (Marcial, Epig. VIII, 14)



Reconstrucción de jardín romano, Corinium Museum, Cirencester, Inglaterra

Un texto de Marco Fabio Quintiliano nos dejó su opinión favorable a los árboles frutales frente a los ornamentales, además de indicar que incluso con ellos se podía alcanzar el orden y la geometría, y por ello la belleza, en las alineaciones de los árboles siguiendo el quincunce, patrón que se utilizaba habitualmente para plantar los huertos.


¿Por ventura tendré yo por mejor cultivada una tierra donde no se presenta a la vista lirios, violetas y manantiales de agua, que otra que está cargada de mies y llena de viñas? ¿Estimaré en más un plátano estéril y los arrayanes de ramas cortadas con artificio, que el olmo bien casado con la vid y la oliva que se desgaja por su mismo fruto? Dejemos aquellos árboles [ornamentales] para los ricos: aunque ¿cuáles serían sus riquezas si no tuvieran otra cosa? Pues qué, ¿aun en los frutales no buscamos también el adorno juntamente con el fruto? ¿Quién lo niega? Pues también plantamos los árboles a cuerda y con cierto orden.
Y si no ¿qué mejor vista que la de una arboleda que por donde quiera que se mire están todos los árboles en hilera? Pues aun esta disposición contribuye para que igualmente chupen el jugo de la tierra? Asimismo, cortaré yo los ramos de la oliva que sobresalen a la copa, para que quedando ésta más redonda, además de hacer buena vista, el fruto sea más copioso en todas sus ramas. De modo que la utilidad debe ir junta con la hermosura; pero esto lo discernirá cualquiera de mediano talento. (Quintiliano, Institutio Oratoria, VIII, 38)

Pintura de Villa Livia en Prima Porta, Museo Nacional Romano

Bibliografía:

https://revistas.um.es/apa/article/download/58741/56571; ALGUNOS APUNTES SOBRE EL JARDÍN DOMÉSTICO EN HISPANIA; Virginia García-Entero
https://revistas.ucm.es/index.php/CFCG/article/viewFile/CFCG0808110279A/30886; Descripciones de jardines y paisajes en la literatura griega antigua; Marcos Martínez
http://www.biblioteca.org.ar/libros/200168.pdf; Los jardines en la Hispania romana; José María Blázquez Martínez
La casa romana, Pedro Ángel Fernández Vega, Ed. Akal

2 comentarios:

  1. Me topo ahora con este artículo que me parece muy bien escrito y bastante pedagógico. La selección de textos es adecuadísima! Lástima no haber añadido el original latino junto a la versión castellana...

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