martes, 15 de noviembre de 2022

Marmora, mármoles y piedras ornamentales en la antigua Roma

Ninfeo antonino, Sagalassos, Turquía, foto Samuel López

El término marmor o en plural marmora, alude a cualquier tipo de piedra que puede ser pulimentada y utilizada para la elaboración escultórica, arquitectónica o epigráfica. Los romanos denominaban generalmente a sus piedras ornamentales según su lugar de procedencia.

“El elevado trono está hecho de piedras que se extraen de la montaña roja de Etiopía, donde el sol cercano ha impregnado las rocas calcinadas con su color natural. Se le ha añadido por un lado mármol de la Sínada y por el otro, piedra de Numidia, que imita el marfil antiguo. Por detrás verdea tímidamente un revestimiento de mármol de Laconia con sus reflejos de color hierba.” (Sidonio Apolinar, Poemas, 5)

Opus sectile, Curia, Foro romano. Foto Samuel López

Piedras calizas, granitos, pórfidos y mármoles se emplearon en Roma como ornamentación en edificios públicos y privados, en un principio de procedencia local o cercana, pero con la expansión del imperio la importación de estos materiales creció y sirvió a los ciudadanos más ricos y notables para demostrar su riqueza y posición social. Así, por ejemplo, el marmor claudianum, llamado de esta forma por los romanos ya que su uso se generalizó en tiempos del emperador Claudio, provenía de las canteras de Egipto, cerca del mar Rojo, conocidas como Mons Claudianus. Esta piedra ornamental también es conocida como el granito del Foro, por su utilización en el Foro de Trajano en Roma. Del Mons Claudianus proceden las columnas del pórtico del Panteón de Agripa en Roma.

“Gordiano añadió magníficos adornos al palacio de sus padres, que existe todavía hoy, así como también a su casa de campo, situada en la vía Prenestina, y en la que se ve un tetrástilo de doscientas columnas, siendo cincuenta de ellas de mármol de Caristos, cincuenta del tipo claudiano, cincuenta del mármol de Sínada y cincuenta de mármol de Numidia, todas de igual altura.” (Historia Augusta, Los tres Gordianos, 32, 2)

Panteón, Roma

El uso del mármol en arquitectura y escultura es un hecho que tiene una larga tradición en las culturas del Mediterráneo. En el siglo V a. C, ya estaban en explotación canteras en todo el ámbito del Egeo y Asia Menor.

“Pixodaro era un pastor que vivía en la región de Éfeso. Cuando sus habitantes decidieron construir el templo de mármol en honor a Diana, y meditaban sobre qué mármol debían de traer, si de Paros, de Proconeso, de Heraclea o de Taso, Pixodaro había sacado a pastar su rebaño, y allí dos cabras se enzarzaron en una pelea. Una de ellas, empujada, fue a dar con los cuernos en una roca, de la que se desgranó un trozo de mármol de un blanco esplendoroso. Pixodaro entonces, se cuenta, corrió a Éfeso a enseñar aquel mármol.” (Vitrubio, De arquitectura, X, 11, 15)

Tetrapylon, Afrodisias, Turquía. Foto Samuel López

Tras la conquista de la Magna Grecia y de Sicilia, en el siglo III a. C., y de Grecia, en el II a. C., los romanos entraron en contacto directo con la civilización helénica. En la parte oriental del Mediterráneo los mármoles, sobre todo los blancos, habían sido abundantemente explotados en Grecia continental, en las islas del Egeo y en la zona occidental de Asia Menor durante las épocas arcaica, clásica y helenística. Además, en Egipto ya se utilizaban los pórfidos, granitos, dioritas, etc. Los romanos tomaron gran interés por imitar los modelos de los palacios orientales, ornamentados en muchos casos con mármoles de colores, de ahí que los materiales más valiosos fueran mayoritariamente los extraídos de Oriente.

“Y todo el interior, hasta los mosaicos de encima, está recubierto de suntuosos mármoles, y no sólo los revestimientos de paredes, sino igualmente todo el pavimento. Algunos de los mármoles son de cantera espartana semejantes a la esmeralda y otros simulan la llama del fuego. El aspecto de la mayoría de ellos es blanco, pero no el ordinario, sino uno que saca un veteado de color azulado.” (Procopio, Edificios, X)

San Apolinar in Classe, Ravenna, Italia

En el siglo II a. C., Roma empezó a realizar obras arquitectónicas en travertino local, que luego se estucaban para aparentar ser obras realizadas en estos preciados materiales. La realización de estas piezas estucadas era mucho más común que la utilización de los marmora de colores por el elevado coste que estos tenían, lo que hacía inviable la importación a gran escala de estos productos, ya que ni el erario ni la aristocracia romana podían permitírselo en estos momentos de la República. Pero en el 189 a.C. se produjo la batalla de Magnesia, por la cual Roma abre las puertas de Oriente y las canteras pasan a estar en el ámbito de influencia romano. En el norte de África, la caída de Cartago, hizo que Roma se hiciese rápidamente con la cantera de Chemtou, Túnez. Tras la conquista de Grecia, Roma se hizo con Grecia y con ello con el control del codiciado mármol Pentélico, el mármol de Paros y el mármol de Tasos.

“Se considera uno pobre y despreciable si las paredes no resplandecen con grandes y valiosos espejos redondos, si a los mármoles de Alejandría no los abrillantan las incrustaciones numídicas, ni los cubre por todas partes el barnizado laborioso y matizado imitando la pintura; si a la bóveda no la reviste el vidrio; si el mármol de Tasos, otrora curiosidad rara en algún templo, no rodea nuestras piscinas, donde sumergimos el cuerpo macerado por la abundante transpiración; si no son de plata los grifos que vierten el agua.” (Séneca, Epístolas, 86, 6)

Domus, Éfeso, Turquía. Foto Samuel López

En el 133 a.C., el reino helenístico de Pérgamo fue anexionado por Roma ya que el rey Átalo III se lo dejó al pueblo romano, por lo que Roma se hizo con los mármoles de Asia Menor como el Sinádico (también llamado Frigio o Docimeo), de Turquía. Cuando Augusto conquistó Egipto, las canteras de los granitos, alabastros y las valiosísimas rocas ornamentales egipcias pasaron a ser dirigidas por el emperador, con lo que se concluyó el proceso de control de las canteras de las regiones del este del Mediterráneo.

“Cleopatra, con aparatosa ostentación, desplegó unos lujos exclusivos suyos, aún no exportados a la sociedad romana. La propia sala era parecida a un templo que una época más corrompida a duras penas podría construir; los techos artesonados acumulaban riquezas y una espesa lámina de oro ocultaba las vigas. La estancia brillaba revestida de mármoles, pero no con unas meras placas superficiales; el ágata y el pórfido formaban columnas enterizas, no eran un simple adorno; se pisaba el ónice, extendido profusamente por todo el recinto.” (Lucano, La Farsalia, X, 110)

Domus del opus sectile, Porta Marina, Ostia. Museo dell´Alto Medievo, Roma.
Foto Andrea Carloni
 

Tras la conquista de Grecia, mármoles blancos y de color griegos fueron usados en la arquitectura pública romana; a mediados del siglo II a.C., Quinto Cecilio Metelo Macedónico mandó construir, cerca del circo Flaminio, el templo de Júpiter Stator en mármol griego ático.

“Este mismo fue el primero de todos en Roma en hacer construir un templo de mármol entre esos mismos monumentos y el que dio comienzo a la magnificencia, o bien al lujo.” (Veleyo Patérculo, Historia Romana, I, 11, 5)

Templo de Hércules Víctor, Roma. Foto Samuel López

A partir de esta época el mármol, material exótico y de prestigio, simbolizó la ambición personal de ricos ciudadanos romanos compitiendo por obtener altos cargos y por expresar poder, ideología y superioridad. El mármol denotaba el prestigio de los que poseían los medios para adquirirlo y exhibirlo de forma pública y privada.

“Es una sede digna de una diosa y que no desmerece de los astros radiantes: allí el mármol de Libia y el de Frigia, allí verdean las duras piedras de Lacedemonia, allí refulgen el ónice variante y la piedra color del mar profundo y la que envidiar suelen la púrpura de Esparta y el tintorero experto con los calderos tirios.” (Estacio, Silvas, I, 2)

Domus, Útica, Túnez

Siguiendo el ejemplo del emperador e inspirada por la publica magnificentia, la élite aristocrática de Roma y los nuevos ricos empezaron a usar el mármol importado para promocionarse socialmente y competir en la posesión de los objetos más lujosos.

“Entre estos personajes, Escauro, en mi opinión, fue el primero en construir un teatro con muros de mármol: pero si solo estaban revestidos con placas de mármol o estaban hechos de bloques sólidos muy pulidos, como los que vemos en el templo de Júpiter Tonante en el Capitolio, no puedo decirlo con exactitud, porque hasta el momento no he podido encontrar ningún vestigio del uso de placas de mármol en Italia.” (Plinio, Historia Natural, XXXVI, 8)

El mármol se convirtió en un signo de prestigio político y social y, por consiguiente, de riqueza. Era una materia prima cara, importada, en su mayor parte, y según muchas voces críticas, innecesaria, ya que Italia poseía rocas de construcción, que ya se habían utilizado con anterioridad, las cuales no eran tan caras, por su cercanía.

“Si te dieran una casa resplandeciente por el mármol, su techo pintado de colores y dorados, no dirías que es un beneficio pequeño. Dios te ha construido una gran mansión que no teme ni al fuego ni a la ruina, en la que no ves revestimientos endebles, más finos que la sierra con la que se cortaron, sino grandes losas de la piedra más preciada, todas compuestas de las más diversas sustancias cuyos fragmentos más insignificantes tanto admiras; él ha construido un tejado que brilla de una manera por el día y de otra por la noche; ¿y todavía dices que no has recibido ningún beneficio?” (Séneca, Beneficios, IV, 6)

Domus de la roca, Al-Quds, Palestina

Los romanos empezaron a dar más importancia al hecho de que el mármol fuese importado y que viniese desde tierras lejanas que al hecho de que el mármol resaltase por su color o a la facilidad para ser trabajado.

“Los mármoles jaspeados, en mi opinión se descubrieron en las canteras de Quios, cuando sus habitantes estaban construyendo las murallas de la ciudad; una circunstancia que dio lugar a una respuesta chistosa por parte de Cicerón, quien siendo costumbre mostrar estas murallas a todo el mundo, como algo magnífico, dijo: `las admiraría mucho más, si las hubierais construido de travertino´.” (Plinio, Historia Natural, XXXVI, 5)

Mármol de Quios, Marmor Chium

Algunos importantes personajes del siglo I a. C. ya estuvieron vinculados al empleo del mármol en el ámbito privado según las fuentes, lo que llevaba a la crítica.

“La primera persona en Roma que cubrió todas las paredes de su casa con mármol, según Cornelo Nepote, fue Mamurra, que vivía en el monte Celio, miembro del orden ecuestre y nativo de Formia, que había sido prefecto de los ingenieros con César en la Galia… Nepote añade que fue el primero en tener todas las columnas de su casa hechas íntegramente de mármol, y, además, mármol de Caristos o de Luna.” (Plinio, Historia Natural, XXXVI, 7)

Pintura de Alma-Tadema

Durante la época imperial ricos ciudadanos se convirtieron en evergetas que costeaban obras públicas en sus ciudades para demostrar su status social y económico. Liberaban así al estado y a las administraciones públicas del coste de construir o reparar edificios para el disfrute de los habitantes de la ciudad, mientras ellos recibían promoción social y prestigio.

“Así, pues, me parece que realizaría un acto de generosidad y al mismo tiempo de piedad si construyese un templo lo más hermoso posible y añadiese al templo un pórtico, el primero para el culto de la diosa, el segundo para beneficio de los hombres. Me gustaría, pues, que comprases cuatro columnas de mármol, de la clase que te parezca mejor, y mármol para decorar el suelo y las paredes interiores.” (Plinio, Epístolas, IX, 39)

Teatro de Sabratha, Libia

En muchas ocasiones estos evergetas para hacer pública ostentación de su riqueza pagaban por los materiales más caros y exóticos como el mármol, sobre todo, si procedía de tierras lejanas.

“Damiano tuvo muy ilustres antepasados, que gozaban en Éfeso de la más alta consideración, y también preclaros descendientes, pues todos merecieron el honor de figurar en el Senado, admirados por su celebridad y el escaso apego a las riquezas. En cuanto a él, rico hasta la opulencia en bienes de todo género, socorría a los efesios necesitados, mas, sobre todo, ayudaba al Estado aportando dinero y reconstruyendo edificios públicos que amenazaban ruina. Puso en comunicación el templo con Éfeso, prolongando hasta aquél la vía que baja por las puertas de Magnesia. La nueva vía es un pórtico, todo él de mármol, de un estadio de longitud; la finalidad de la construcción, que no falten los devotos en el templo cuando llueva. Mandó poner en la inscripción dedicatoria de esta obra, concluida con enormes gastos, el nombre de su mujer, en tanto que ofrendó, en el suyo propio, el comedor del albergue del templo y lo alzó de tamaño superior a todos los de otros lugares juntos, dotándolo de una ornamentación indeciblemente hermosa, pues está embellecido con un mármol frigio tal como jamás se había tallado.” (Filóstrato, Sofistas, II, 23 (605)

Biblioteca de Celso, columnas de mármol pavonazetto, Éfeso, Turquía. Foto Samuel López

Los mármoles y piedras ornamentales procedentes de Grecia, África y Asia menor ofrecían, gracias a sus variados colores un impacto visual aprovechado por edificios públicos y privados donde los contrastes de materiales y color animaban al disfrute y hacían admirar el poder económico del patrocinador o propietario del lugar. Entornos íntimos, de esparcimiento, de relajación o de representación se decoraban con mármoles de color creando espectaculares juegos cromáticos que ayudaban al descanso de los sentidos después de las labores cotidianas.

“Reflejan allí sus tonos verdes las serpentinas del Taigeto y rivalizan en su variada hermosura las piedras que los frigios y los libios han cortado a más profundidad. Los opacos ónices despiden un calor seco y las ofitas se calientan con una ligera llama.” (Marcial, Epigramas, VI, 42)

Opus sectile, Villa de los Quintilios, Roma. Foto Samuel López

El mármol de la isla griega de Tasos (marmor Thassium) es uno de los más blancos y de grano muy fino. Se utilizó en época arcaica para edificios públicos y se exportó desde el siglo VI a.C, a otras regiones, siendo utilizado por los romanos, especialmente durante los siglos I y II d.C. para la realización de estatuas y sarcófagos.

“Los funerales de Nerón costaron doscientos mil sestercios; emplearon en ellos tapices blancos bordados de oro, de que se había servido el día de las calendas de enero. Sus nodrizas Eclogea y Alejandra, con su concubina Actea, depositaron sus restos en la tumba de Domicio, que se ve en el campo de Marte, sobre la colina de los jardines. El monumento es de pórfido, y está coronado por un altar de mármol de Luna y lo circunda una balaustrada de mármol de Tasos.” (Suetonio, Nerón, L)

Sarcófago de las musas. Mármol de Tasos. Ostia. Foto Szilas

El mármol de Himeto (marmor Immitos) era de grano fino, de estructura muy compacta y cristalina y de color blanco ceniza. Se empleó ampliamente en la Grecia Clásica con fines arquitectónicos y ya desde el siglo I a.C. comenzó su importación a Roma. En el año 92 a. C. Lucio Craso utilizó este mármol en la decoración de su casa.

“Ya había recibido Lucio Craso, el orador, quien fue el primero en poseer columnas de mármol extranjero en este mismo palacio, con motivo de una disputa, el sobrenombre de Venus Palatina, de parte de Marco Bruto, por su afición a esta clase de lujo. El material, debo señalar, era mármol del Himeto, y las columnas eran seis, no más altas de doce pies de altura.” (Plinio, Historia Natural, XXXVI, 3)

Venus de Arles. Mármol de Himeto

El mármol de la isla de Paros era uno de los más antiguos y prestigiosos de la época arcaica y clásica, muy apreciado por su blancura y brillo, por lo que fue utilizado por los poetas como referente para ilustrar la pureza de la naturaleza simbólica del arte de la época de Augusto. Fue el material principal utilizado en las estatuas de la época imperial. El Augusto de Prima Porta fue esculpido en mármol de Paros.

“La tumba del emperador romano Adriano está en la parte de fuera de la puerta Aurelia, aproximadamente a un tiro de piedra de las fortificaciones, y constituye un espectáculo muy digno de mención, pues está hecha de mármol de Paros y las piedras están ajustadas estrechamente las unas a las otras sin que tengan entre ellas ningún otro material.” (Procopio, Las Guerras, V, 22)

Augusto de Prima Porta, Mármol de Paros. Museos Vaticanos

A finales de la república las canteras de mármol de Luna (marmor lunense) en el norte de Italia pasaron a ser propiedad del pueblo romano, siendo este material el que se empleó mayoritariamente en la construcción de templos, pórticos y pavimentos en época de Augusto, así como en la mayoría de los ciclos escultóricos de carácter oficial de la época. Rivalizaba con el de Paros en blancura y por su proximidad podía transportarse a la capital sin tanto esfuerzo y gasto.

“Deslizándonos rápidamente, llegamos a unas murallas radiantes de blancura. Autora de su nombre es la que brilla gracias a su hermano el Sol. La piedra de los bloques que allí se dan aventaja a los lirios reidores y reverbera adornada de tenue resplandor: tierra rica en mármoles que con su esplendoroso colorido desafía orgullosa la pureza impoluta de las nieves.” (Rutilio Namaciano, El Retorno, II, 65)

Sátiro en reposo. Mármol de Carrara.
Museo del Prado, Madrid

Cuando los arquitectos imperiales empezaron a competir para sobresalir por encima de los demás en gasto y esplendor, el mármol lunense comenzó a perder prestigio y, a mediados del siglo II d.C. los gustos arquitectónicos se dirigieron hacia materiales innovadores procedentes de zonas más lejanas, siendo reemplazado por mármoles blancos del Mediterráneo oriental, especialmente de las canteras de Proconeso, (marmor proconnesium), que mantuvieron su actividad al menos desde el siglo VI a.C. hasta bien avanzado el periodo bizantino. Aunque su calidad no se podía equiparar a la los mármoles de Paros y Luna, tuvo una amplia distribución por ser las canteras fácilmente accesibles por mar. En el periodo romano se usó especialmente para elementos arquitectónicos y sarcófagos. En Roma se conservan restos en el Hadrianeum, construido por Antonino Pio en honor de Adriano.

Hadrianeum, mármol proconesio, Roma. Foto Carole Raddato

El mármol pentélico (marmor pentelikon) de las canteras del norte de Atenas es de grano muy fino y de color blanco puro, con tonalidades amarillentas claras a veces. Se utilizó ampliamente desde ya el siglo V a.C. y hasta, al menos, el siglo IV d.C., y fue el primer mármol blanco que se utilizó en grandes cantidades en Roma en el siglo II a. C., principalmente en elementos arquitectónicos, estatuas y sarcófagos. Con este mármol se construyeron los edificios más emblemáticos de la Atenas Clásica, como el Partenón, así como otros monumentos importantes como el templo de Zeus en Olimpia o el Arco de Tito en Roma.

Arco de Tito, Foro de Roma. Mármol pentélico. 

La geografía era una característica definitoria de los primeros mármoles imperiales, y un atributo fundamental para clasificar y evaluar tanto lo mármoles blancos como los de color. También su color podía ser significativo para producir asociaciones que enriqueciesen el asunto tratado o su contexto.

“Este lugar favoreció el trabajo porque allí el dios de Lemnos se complació en la construcción de una especie de templo a Venus y el negro Piracmón, abandonando el rayo, emitió con frecuencia su humo. Aquí está representado el mármol de cinco regiones que tiene cinco colores: el etíope, el frigio, el de Paros, el cartaginés y el lacedemónico; purpúreo, verde, manchado, marfileño, blanco.” [el orden debiera ser: purpúreo, manchado, blanco, marfileño, verde](Sidonio Apolinar, Epitalamio)

Pintura de Alma-Tadema, Kelvingrove Art Gallery and Museum,
Glasgow

Estrabón al resaltar la importancia de la isla de Esciros por el mármol (marmor Scyrium) de sus canteras sugirió que el color por sí mismo podía ser una marca de prestigio.

“Las historias antiguas son, pues, la principal causa del renombre de Esciros, pero hay otras razones que hacen que se hable de ella, como, por ejemplo, la excelencia de las cabras escirias, y las canteras del mármol veteado escirio, que es comparable al caristio, al docimeo o sinádico, y al hierapolitano. En Roma pueden verse columnas monolíticas y grandes placas de mármol veteado; y con este mármol la ciudad está siendo embellecida, tanto a expensas públicas como privadas; y esto ha ocasionado que el mármol blanco no sea de mucho valor.” (Estrabón, Geografía, IX, 5, 16)

Mármol de Esciros,
Museum of Fine Arts, Boston

El uso de mármoles de color invitaba a los ciudadanos a celebrar y a los visitantes de las ciudades a testimoniar la riqueza del estado y el poder y el alcance del Imperio que tenía acceso a todas las canteras del mundo conocido.

“Pero hay, sin embargo, una estancia, una que sobrepasa con mucho a todas las demás y que, en línea recta sobre el mar, te trae la vista de Parténope; en ella, los mármoles escogidos de lo hondo de las canteras griegas, la piedra que alumbran los filones de la oriental Siene, la que los picos frigios han arrancado de la afligida Sínada en los campos de Cíbele doliente, mármol coloreado en que brillan los círculos purpúreos sobre su fondo cándido; aquí también el que ha sido cortado de la montaña del amicleo Licurgo, que verde imitando las hierbas que se doblan sobre las rocas, y aquí brillan los amarillos mármoles de Numidia con los de Tasos, Quíos y Caristo, que al contemplar las olas se recrean; todos ellos, vueltos hacia las torres de Calcis, envían su saludo.” (Estacio, Silvas, II, 2)

Los romanos estaban particularmente interesados en los colores y propiedades de las piedras decorativas. Algunos pensaban, como en otras muchas culturas, entre ellas, los egipcios, que el color jugaba un papel importante en la experiencia y percepciones sensoriales de los objetos de piedras de color.

“A ellos los deleitan los guijarros lisos de variado color, hallados en la playa, a nosotros, en cambio, ingentes columnas jaspeadas, traídas de las arenas de Egipto o de los desiertos de África, que sostienen un pórtico o un comedor capaz de contener una multitud de invitados.” (Séneca, Epístolas, 115, 8)

San Vitale, Ravenna, Italia

Cuando Estacio describe los mármoles del baño de Claudio Etrusco excluye los blancos, quizás como signo de la creciente preferencia entre la élite educada por los materiales de color, además de su deseo de imitar la política imperial de adquisición de los materiales más caros y que venían de más lejos. Los mármoles que hasta ese momento habían sido más utilizados eran baratos, locales y además blancos y por ello se habían devaluado.

“Solo brillan los mármoles cortados en las rubias canteras de los númidas; solo los que en la gruta profunda de la frigia Sínada salpicó el propio Atis con manchas relucientes de su sangre y las piedras níveas que engalanan a la púrpura de Tiro y de Sidón.” (Estacio, Silvas, I, 5)

Hylas y las ninfas, Basílica de Junio Basso, Museo romano Palazzo Massimo, Roma.
Foto Samuel López

La distinción entre mármoles blancos y de color era funcional además de estética. Los de color contienen impurezas orgánicas que pueden reducir la durabilidad y resistencia de la piedra, por lo que los blancos eran más fáciles de esculpir y refinar y podía extraerse en grandes bloques, mientras que los de color comportaban un reto para la escultura, y eran inadecuados para trabajos de gran envergadura. El blanco era más fuerte y también el preferido para realizar elementos de soporte estructural.

Los mármoles de colores, más caros, exóticos y frágiles tendían a corresponder a tipos de escultura, como, por ejemplo, el mármol rojo del Ténaro o marmor taenarium, cuyos tonos van desde el rosa fino hasta el rojo púrpura y, que, por su parecido al color de la sangre y el vino, se empleó en arquitectura con fines decorativos y en escultura, sobre todo para bustos y para estatuas y objetos relacionados con el culto al dios Dioniso.

Fauno en mármol rosso antico, Museos Capitolinos,
Roma

Sus canteras se encontraban en el cabo Tainaron de Peloponeso (Grecia) y fueron explotadas desde la Antigüedad hasta la época bizantina (al menos hasta la época de Justiniano). De aquella zona también se extraía un mármol gris o negro muy apreciado para esculturas. 

“Es verdad que mi casa no se apoya en columnas del Ténaro, ni tiene artesonados de marfil entre vigas doradas, ni mis frutales igualan los bosques de Feacia, ni el agua Marcia riega cuevas artificiales.” (Propercio, Elegías, III, 2)

Jabalí en mármol negro del Ténaro, Grecia

En uno de sus epigramas Marcial celebra los espectáculos del recién inaugurado Coliseo con una comparación entre el color del león y el mármol numídico, traído desde Numidia. El marmor Numidicum se extraía de las canteras de Chemtou, Túnez y su color era amarillo.

“Un rugido tan grande como se oye por los descampados masilios, siempre que el bosque enloquece por sus innumerables leones cuando el pastor, pálido [de miedo], encorrala en sus majadas cartaginesas a los toros asustados y al ganado fuera de sí, otro tanto terror ha bramado hace poco en la arena ausonia. ¿Quién no pensaría que era una manada? Era uno solo, pero cuya soberanía temerían hasta los mismos leones, a quien la Numidia de pintados mármoles concedería la corona. ¡Qué hermosura, qué honor esparcía por su cuello la sombra dorada de la melena arqueada, cuando plantó cara!” (Marcial, Epigramas, VIII, 53)

León en mármol giallo antico, Porta Marina, Ostia, Museo dell´Alto Medioevo, Roma.
Foto Fabio Barry

En el año 79 a.C. Marco Lépido utiliza el mármol numídico en la decoración de su casa.

“M. Lépido, que fue cónsul con Q. Catulo, fue el primero en tener los dinteles de su casa hechos de mármol numídico, por lo que fue ampliamente censurado. Fue cónsul de Roma en el año 676. Este es el primer ejemplo del que tengo conocimiento de la introducción de mármol de Numidia; no como columnas, ni como láminas, como en el caso ya mencionado del mármol de Caristo, sino en bloques, y, además, para el innoble propósito de hacer umbrales para las puertas.” (Plinio, Historia Natural, XXXVI, 8)

El mármol de Caristo (marmor Carystium) solo se podía obtener en la isla de Eubea. Es de color verdiblanco, con gruesas vetas verdes ondulantes. Fue ampliamente utilizado en Roma a partir del siglo I a.C., lo que provocó que las canteras se convirtiesen en propiedad imperial. Estacio lo compara a las olas del mar al describir los baños de Claudio Etrusco. Sus canteras se explotaron hasta bien entrado el siglo V d.C.

“Aquí no ha tenido cabida el mármol de Tasos, ni el de Caristo, que imita el oleaje.” (Estacio, Silvas, I, 5, 33)

Columnas de mármol cipollino, Templo de Antonino Pio y Faustina, Roma

El marmor phrygium o synnadicum es de color blanco con vetas violetas o azuladas y se utilizó en Roma desde época republicana, pero será en los siglos III-IV d.C. cuando tenga mayor actividad y volumen de exportaciones. Fue considerado el mármol más caro en el Edicto de Precios promulgado por Diocleciano. 

“Y de las alturas de Frigia el artífice cantero 
ha cortado también estas piedras.
Si mantienes aquí ojos que atienden los detalles,
aquí, vieras una bella piedra que serpentinos surcos
va trazando en derredor, que sobre su sinuosa marcha
ondulan suavemente; y asociando a la vez
rojo y blanco y un color intermedio entrambos, 
una espiral a borbotones relevándose
envuelve su curvada rosca por un serpeante camino.”
(Pablo el Silenciario, El ambón de Hagia Sofía, v. 264)

Mármol pavonazetto, Museo Isabella Stewart Gardner, Boston

Los romanos lo emplearon con profusión, tanto para elementos arquitectónicos y de revestimiento como para piezas escultóricas, y algunos emperadores, como Heraclio, incluso se hicieron enterrar en sarcófagos labrados en este mármol frigio.

“Pero si, por otra parte, hubiera utilidad en mármoles multicolores y variados, pasaría lo mismo con las ciudades de Teos y Caristos y con algunas de Egipto y Frigia, junto a las cuales las montañas son de mármoles variados. Yo, por mi parte, oigo decir que los más antiguos de los sarcófagos son de esta misma piedra.” (Dión Crisóstomo. Discursos, 79, 2)

Por su colorismo los antiguos romanos lo utilizaron para representar las vestimentas de bárbaros orientales capturados o animales exóticos. Durante el periodo imperial romano, los mármoles multicolores se utilizaron para indicar raza, estatus, y riqueza y por ello los escultores en Roma combinaron mármoles de distintos colores para enfatizar la extranjería de los bárbaros conquistados y de otros no romanos. La variedad de colores permitía imaginar a los romanos como podía ser la gente procedente de un territorio, Oriente, que ellos no conocían.

Dacios, izda en mármol pavonazetto, Museo Arqueológico de Nápoles, foto de Marie Lan Nguyen.
Drcha en mármol giallo antico, Palacio Altemps, Roma

El marmor luculleum (mármol africano) se extraía de las canteras de la localidad de Teos (Turquía) y fue muy empleado en la arquitectura grecolatina con fines decorativos. Fue uno de los mármoles de color más prestigiosos en la arquitectura romana, debido su acentuado contraste cromático, negro con manchas de otros colores, rojo, gris, etc. Se empleó mucho entre los siglos I-III d.C. y sus canteras formaban parte de las propiedades personales del emperador romano.

“¿Por qué las leyes mantuvieron silencio cuando las más grandes de estas columnas, pilares de mármol Luculleum, de hasta 83 pies de altura, se erigieron en el atrio de Escauro? Una cosa, también, que no se hizo de forma privada o en secreto, porque el contratista de las alcantarillas públicas le exigió garantizar la seguridad por el posible daño que podía hacerse al llevarlas al palacio.” (Plinio, Historia Natural, XXXVI, 5)

Columna en mármol africano.
Foto Peter Stewart

En el mundo mediterráneo y desde antiguo, el color púrpura ha sido identificado con las más altas jerarquías del poder, alcanzando la cima de su importancia en el Imperio Romano. El descubrimiento del origen de una piedra con tan apreciado color en Egipto (lapis Porphyrites) tuvo una influencia decisiva en la historia del arte escultórico occidental. El color de la roca, pórfido, dio nombre al lugar de donde se extraía, al que a partir del siglo I d.C. se llamó Mons Porphyrites.

En el año 18 d.C. reinando Tiberio, Caius Cominius Leugas descubrió el lugar del cual se extraería durante siglos el pórfido rojo. Dejó ese hecho descrito en una estela dedicada al dios del desierto Pan-Min:

“Caius Cominius Leugas, que descubrió las canteras de pórfido rojo, el knekites y el pórfido negro y (también) encontró piedras de muchos colores, dedicó un santuario a Pan y Serapis, grandes dioses, por la salud de sus hijos.”

Pórfido rojo

En un principio su uso no parece haber gozado del favor de los más acaudalados ciudadanos para la elaboración de obras artísticas.

“El pórfido, que es otro producto de Egipto, es de color rojo; el que está moteado con puntos blancos se conoce como `leptospsephos´. Las canteras allí pueden proporcionar bloques de cualquier tamaño, por grandes que sean. Vitrasius Pollio, que fue embajador en Egipto para el emperador Claudio, trajo a Roma algunas estatuas hechas de esta piedra, una novedad que no gozó de mucha aprobación, ya que nadie ha seguido su ejemplo desde entonces.” (Plinio, Historia Natural, XXXVI, 11)

Apolo con cítara en pórfido rojo.
Museo Arqueológico de Nápoles. Foto Jebulon

Sin embargo, sus extraordinarias cualidades de color y dureza acabaron imponiendo su uso entre las más ricas y poderosas familias romanas y se convirtió en algo tan apreciado que en el siglo IV el emperador Diocleciano lo declaró de uso exclusivo del emperador y su familia y, en un edicto especial que se publicó con el propósito de asignar precios máximos a los bienes de consumo y combatir la inflación, el pórfido rojo de Egipto y el verde de Grecia son los materiales pétreos de mayor precio. 

“En cuanto a los baños mismos, ¡con cuántas y qué bellas columnas están adornados! Son de menor valor las preciosas manchas en la cantera púrpurea de Sínada y la colina de los númidas que produce piedras del color del marfil y los mármoles que se adornan con vetas verdes como la primavera; no quiero tampoco el brillante de Paros o el de Caristo; es menos rica a mis ojos la púrpura que impregna las rocas de pórfido.” (Sidonio, El Burgo de Poncio Leoncio)

Templo de Venus y Roma, columnas en pórfido rojo. Foto @Electa-ph-Stefano-Castellani

El pórfido se consideró una piedra especialmente asociada al emperador a causa de su color púrpura y por el gran coste de su extracción, transporte y tallado. El pórfido imperial se utilizó para la producción de elementos arquitectónicos y obras de arte, exclusivamente reservado para la corte imperial del Imperio Romano. Su estimación se debía a su característico color púrpura, considerado tradicionalmente como un símbolo imperial. Un cuidado pulido de la roca lograba un acabado con reflejos y una apariencia brillante. Las variedades brechadas de pórfido imperial se tenían como las más atractiva y se empleaban para las obras artísticas más delicadas. Con Trajano y Adriano la moda de los pórfidos alcanzó su punto más álgido, y también lo hizo bajo los reinados de Diocleciano, Constantino y sus sucesores durante el imperio bizantino.


Sarcófago en pórfido rojo. Museo Arqueológico de Estambul. Foto Samuel López

Las esculturas en pórfido proporcionaban la mejor posibilidad de visualizar la fuerza, dignidad y poder divino de los emperadores, los cuales durante las ceremonias oficiales de la corte vestían ropas color púrpura.

Tetrarcas en pórfido rojo, Basílica de San Marco, Venecia

Objetos de uso cotidiano se hicieron en pórfido rojo a lo largo del imperio para satisfacer los caprichos de los miembros de la corte imperial, como, por ejemplo, las bañeras, muchas de las cuales se reutilizaron posteriormente como sarcófagos en los primeros tiempos del cristianismo oficial.

Bañera romana en pórfido rojo. Museo Metropolitan, Nueva York

Croceae era un pueblo de la antigua Laconia en Grecia célebre por sus canteras de mármol (
lapis lacedaemonius). Pausanias describe este mármol de tonos verdes como difícil de trabajar, aunque sus hermosas decoraciones eran favoritas para decorar templos, baños y fuentes. El más célebre de los baños de Corinto estaba adornado con mármol de las canteras de Croceae.

“Los corintios tienen baños en muchas partes, unos construidos a cargo del Estado y otros por el emperador Adriano, el más famoso de los cuales está cerca del Posidón. Éste lo hizo Euricles, un espartano, que lo adornó con diversas clases de piedra, entre otras con la que extraen en Cróceas en el país de Laconia.” (Pausanias, Corinto, II, 3, 5).

Capitel en pórfido verde, Basílica de San Saba, Roma

Durante el periodo bizantino se extendió más ampliamente el gusto por las piedras decorativas de colores, lo que, junto a la necesidad de pilares para soporte y decoración de grandes e importantes edificios, llevó a la búsqueda de piedras vistosas y resistentes que cumplieran tal objetivo. Uno de esos materiales fue el mármol verde de Tesalia, 
marmor Thessalicum, en la Grecia central. Una de las razones para su fama fue la facilidad de su transporte y su cercanía a la costa. Parte de las columnas de Santa Sofia de Constantinopla se construyeron en dicho material y fueron traídas desde el puerto y acabadas en la iglesia, donde se les dio el pulido final después de haberlas levantado.

“Con verdeante piedra tesalia, a uno y otro lado
vallaron el camino todo; amplia pradera de mármoles
ofrece a los ojos una gracia placentera.”
(Paulo el Silenciario, El ambón de Hagia Sofía, 255)

Columnas en mármol verde antico

Las esculturas de mármol negro (mármoles 
bigio antico y bigio morato fundamentalmente) en Roma siguen una tradición que se remonta a Egipto y Grecia oriental y se deben a una moda que se inició en época de Augusto, siguió en época Flavia y tuvo su máxima expresión durante el gobierno de Adriano y los Antoninos, cayendo en desuso a finales del siglo II y todo el siglo III d.C., cuando los objetos esculpidos en mármol bigio se producían especialmente en las provincias. Destinado a elementos decorativos, los temas tratados eran frecuentemente dioses y figuras mitológicas, y las esculturas solían embellecer termas y residencias imperiales o de la élite. Los objetos escultóricos de color gris oscuro y negro eran admirados por su interés decorativo y por su semejanza a las esculturas de bronce o con pátina de bronce. El bigio morato parece proceder de las canteras de Göktepe y el bigio antico de Éfeso, ambos en Turquía.

Izda. Ménade en bigio antico, Museo Arqueológico Regional de Palermo, foto 
Giovanni Dall´Orto. Drcha. Isis, en bigio morato, Fundación Torlonia, Roma

A partir de Augusto se produjo un aumento de la monumentalización de las ciudades que iban consiguiendo el estatuto de colonia o municipio para expresar su relevancia y su nuevo status, lo que implicó una creciente demanda de materiales de construcción, especialmente de mármol y que llevó a recurrir a mármoles o piedras locales, que sustituyesen a los preciados mármoles de importación, pero que no tuvieran un coste tan alto. Como ejemplos, se pueden citar los casos del mármol de Buixcarró en España, el mármol de Estremoz en Portugal y el de Saint-Beat en Francia.

El 
marmor saetabitanum (de Buixcarró) se utilizó en los foros de Ilici (Elche), Saguntum y Saetabis (Játiva) para homenajear a la familia imperial en época de Augusto y formó parte de una red comercial que distribuyó sus productos por varias ciudades hispanas, como Segóbriga, que lo utilizaban en la ornamentación de sus espacios públicos.

El mármol de Saetabis es una caliza con cierta semejanza al mármol y de tono rosado, amarillo o blanquecino. Su facilidad para la talla y el pulido, su parecido al mármol y la proximidad del lugar de extracción hicieron que los talleres lapidarios de la zona de Valencia lo emplearan para todos los tipos de soportes epigráficos, honoríficos, religiosos y funerarios.

“Rodine, liberta de Publio Cornelio Juniano, de 26 años, está aquí sepultada. Que la tierra te sea leve.”

Altar funerario de Rhodine en mármol de Buixcarró,
Museo de Prehistoria de Valencia

A pesar de su importante uso epigráfico en las ciudades valencianas, el 
marmor de Saetabis alcanzó su mayor difusión en Hispania como material de revestimiento arquitectónico. En la construcción de edificios públicos y privados se usó con frecuencia en el revestimiento de suelos y paredes, en forma de placas, pequeñas molduras e incluso relieves escultóricos. Al mismo tiempo, se empleó también en la elaboración de una amplia variedad de elementos arquitectónicos.

Herma de Baco en mármol de Buixcarró,
foto J. Bagot Arqueología

La provincia de Lusitania presentaba la dificultad del transporte para importar mármoles de procedencia lejana y en el área de Mérida, debido a la imposibilidad de la navegación fluvial durante la mayor parte del año, se empleó el mármol de Estremoz en el teatro y en la construcción de sarcófagos especialmente a finales del imperio. Piezas escultóricas se trasladaron a otras provincias hispanas en carretas tiradas por bueyes por las calzadas romanas.

Tapa de sarcófago, mármol de Estremoz, Villa romana de Carranque, Museo de los Concilios, Toledo. Foto Samuel López

Las canteras de Saint-Beat, en el Alto Garona, proporcionan un mármol blanco y gris que se utilizaba ya en época Julio-Claudia y que se llegó a utilizar ampliamente de forma local, extendiéndose su uso a Hispania.

Dama en mármol de Saint-Beat, Museo Saint Raymond, 
Toulouse. Foto Samuel López

Tabla de nombres de los principales mármoles en Roma y su equivalente actual

Marmor Luculleum

Mármol africano

Marmor Lunense

Mármol de Carrara

Marmor Carystium

Mármol cipollino

Marmor Numidicum

Mármol giallo antico

Marmor Phrygium o Synnadicum

Mármol pavonazetto

Lapis Porphyrites

Pórfido rojo

Mármor Thessalium

Mármol verde antico

Marmor Taenarium (rojo)

Mármol rosso antico

Mármor Chium

Mármol portasanta

Lapis Lacedaemonius

Mármol serpentino o pórfido verde

 


Bibliografía

El fenómeno del marmor en el mundo romano y su repercusión en la provincia de la Baetica; Daniel Becerra Fernández
Mámoles de importación y mármoles de sustitución: su utilización en algunas ciudades hispanas; Miguel Cisneros Cunchillos
Mármoles de Lusitania; Arianna Fusco e Irene Mañas Romero
Cupiditas marmorum; M. Meyer
Trajano y las canteras de granito del Mons Claudianus en Egipto: el transporte y puesta en obra de los grandes fustes monolíticos del Foro de Trajano; Patrizio Pensabene
Saetabis y el comercio del Buixcarró; Rosario Cebrián Fernández
Algunas notas sobre canteras y mármoles en los siglos III-V; Aurelio Padilla
La ornamentación marmórea de la natatio de las termas centrales de Caesaraugusta y su procedencia; Carmen Aguarod Otal y María Pilar Lapuente Mercadal
Variedades de mármol escultórico de Villa Adriana. Un ejemplo de estudio arqueométrico; Mª Pilar Lapuente; Pilar León, Trinidad Nogales
Colour and Marble in early Imperial Rome; Mark Bradley
Marble Wall Revetment in Central Italy during the First Century A.D.: Aesthetics and Decorative Effects; Simon Barker
Use, Aesthetics and Semantics of Coloured Marble Columns in the Western Mediterranean during the Late Republic and Early Roman Empire; Dennis Beck
The importance of “Pavonazzetto marble” (Docimium‑Phrygia/ Iscehisar‑Turkey) since ancient times and its properties as a global heritage stone resource; Mustafa Yavuz Çelik and Murat Sert

 


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