“Los
humanos levantaron paredes entrelazando pequeñas ramas con barro y con la ayuda
de puntales en forma de horquilla colocados en vertical. Otros levantaban las
paredes, después de secar terrones de tierra arcillosa, uniéndolos con maderos
atravesados que cubrían con cañas y hojas por encima, para protegerse de las
lluvias y del calor. Posteriormente cuando los techos fueron incapaces de
soportas las tormentas invernales, se sustituyeron por los de doble pendiente,
y consiguieron que el agua de lluvia resbalase por los techos inclinados
cubiertos de barro. Todavía se construye así en naciones como Galia, España,
Lusitania y Aquitania, donde se utilizan tablillas de roble o paja para cubrir
los techos.” (Vitruvio, II, 1)
Las casas latinas más rudimentarias serían pobres cabañas
construidas hincando en tierra troncos flexibles de árbol, torciéndolos hasta
atarlos formando una cúspide y recubriendo el rústico armazón con ramaje y
tierra. El suelo de tierra se apisonaba
o se hacía de guijarros.
La cabaña de Rómulo en el Palatino se conservaba en memoria
del humilde origen de la ciudad. Dionisio de Halicarnaso escribió sobre ella en
el s. I a.c.:
“… y vivían de su trabajo, generalmente en las montañas en chozas que construían con tejados de palos y cañas. Una de ellas, llamada la cabaña de Rómulo, se encuentra aún en la colina del Palatino en el lado que da al Circo, y es conservada por los que se encargan de las cosas sagradas; no la mejoran nada, pero si se estropea, por las tormentas o por el tiempo, arreglan el daño y restauran la cabaña tan parecida a su forma original en lo posible.” (Antigüedades Romanas, I, 79)
“… y vivían de su trabajo, generalmente en las montañas en chozas que construían con tejados de palos y cañas. Una de ellas, llamada la cabaña de Rómulo, se encuentra aún en la colina del Palatino en el lado que da al Circo, y es conservada por los que se encargan de las cosas sagradas; no la mejoran nada, pero si se estropea, por las tormentas o por el tiempo, arreglan el daño y restauran la cabaña tan parecida a su forma original en lo posible.” (Antigüedades Romanas, I, 79)
Los restos de antiguas casas latinas que se han encontrado
muestran agujeros para postes que habrían sostenido la estructura y que
marcarían un porche una entrada; una
zanja para la base de las paredes; trozos de arcilla de los muros y manchas de
carbón y ceniza donde podría haber habido un hogar. Restos de cubiertas a doble
vertiente con techumbres construidas a partir de la colocación de una viga
central y tirantes laterales.
“Créeme:
fue feliz aquel siglo antes que hubiese arquitectos y decoradores. Tales
oficios surgieron cuando ya se introducía el lujo, a fin de cortar a escuadra
las vigas y mediante la sierra dividir por el trazo señalado, con mano firme,
el tronco, ya que los antiguos dividían con cuñas la madera fácil de hender. En
efecto, en las casas no se disponía de un comedor idóneo para el banquete
sagrado, ni para este fin se transportaba en hilera de carros, con gran temblor
de las calles, el pino o el abeto de donde pendiesen artesonados de oro macizo.
Horquillas, colgadas de uno y otro lado, sostenían la cabaña; espesura de
ramaje y hacinamiento de hojas, colocadas en pendiente, facilitaban el desagüe
de la lluvia, aunque fuese abundante. En estas moradas habitaron seguros, el
techo de paja los protegía en libertad; la servidumbre habita ahora bajo mármol
y oro.”(Séneca, Ep.)
Estas chozas podían tener formas circulares, ovaladas o rectangulares y sus cubiertas eran cónicas, esféricas o piramidales.
Estas chozas podían tener formas circulares, ovaladas o rectangulares y sus cubiertas eran cónicas, esféricas o piramidales.
En el siglo VII a.C. ya había edificios con base de piedra,
paredes de tierra y techos de madera, cubiertos con tejas de cerámica.
Las urnas cinerarias de la cultura vilanoviana son un
ejemplo de la construcción de estas cabañas o casas de los antiguos latinos.
Para los elitistas escritores del Imperio el término casa o
tugurium designa la ancestral cabaña de la época de Rómulo o las viviendas de
los pocos civilizados territorios de los confines del Imperio.
Choza de madera, pintura del Museo Nacional, Roma |
Petronio describe el hogar de una vieja en la ciudad de
Crotona:
"Todo
alrededor, sobre la pared, un conglomerado improvisado de paja seca y barro en
abundancia – había cantidad de ganchos rústicos, de ellos colgaba una fina
escoba de juncos recién cortados. También colgaban de una viga ahumada las
provisiones que almacenaba la humilde choza: dulces acerolas entrelazadas en
aromáticas coronas, ajedreas añejas y racimos de uvas pasas.” (Satyr.
135)
Según las urnas cinerarias etruscas y sepulcros que se han
encontrado, la forma de la casa mostraría una fachada lisa, en la que una
puerta servía de entrada y dejaba paso a la luz y el aire. Tendrían una
cubierta horizontal en forma de terraza construida con tierra sobre un espeso
entramado de madera al estilo de las casas del Mediterráneo oriental. Las casas más lujosas podían estar decoradas
con columnas y frontones.
Urna etrusca, Museo Villa Giulia, Roma |
En la antigua cabaña primitiva, el centro era el atrio,
donde los primeros latinos dormían, comían, descansaban, sacrificaban a los
dioses, conservaban el fuego y el agua, y cocinaban. Frente a la puerta se
encontraba el tálamo nupcial y a su lado la mesa para comer. En el centro del
tejado había un hueco para que saliese el humo del hogar.
Hacia el año 400 a.C. la vivienda etrusca evolucionaría
desde la casa con tres habitaciones precedidas de un vestíbulo descubierto
hasta la casa con un patio como centro del hogar. La casa de una familia etrusca acomodada se
organizaba a partir de un pasillo desde la entrada que llevaba hasta un amplio
espacio rectangular, el atrio, con dos o tres dormitorios ubicados
simétricamente a los lados. Al fondo se localizaban tres habitaciones adosadas
por los costados, de las que la central, el tablinum,
era más grande y servía como espacio de recepción y relación. Las dos salas
laterales, más pequeñas, las alae,
albergaban la cocina y los servicios, y dirigían al pequeño jardín que se
disponía detrás de la casa. Toda la vivienda se ventilaba e iluminaba a partir
del espacio central, para lo cual, se abría un gran hueco en la cubierta para
que entrara la luz, el aire y el agua de lluvia que se recogía en un depósito
(impluvium).
La cimentación se hacía de piedra o adobe, aunque la primera
hilada era siempre de piedra tosca.
El núcleo primitivo de la típica casa romana, visible en
Pompeya o Herculano, está constituido por la combinación de la casa con
peristilo griega y la casa de atrium tuscanicum
de los etruscos.
La parte más típica de la casa romana anterior a la
influencia helénica es el atrio, cuyo origen está en la cabaña primitiva. Era
el lugar de recepción y reunión
familiar, además de fuente de calor y luz. Se recibían las visitas, se cosía,
se tejía, se velaba a los muertos, se instalaba el lararium. Por el compluvium,
hueco en el techo, entraba la luz y el agua de lluvia, que se recogía en el impluvium. La primera adición al atrio
primitivo fue el tablinum, que
normalmente se extendía a todo lo ancho del lado del atrio opuesto a la entrada
y que originalmente hacía de comedor, luego de recibidor, estudio o dormitorio.
A principios del siglo II a.C. se introduce el peristilo
helenístico. Un segundo patio, rodeado total o parcialmente de columnas, que se
ubica al otro lado del tablinum. Al
otro extremo del peristilo se añade otra habitación que lo remata (oecus) y que correspondía al tablinum, aunque más formal. El centro de la casa se desplaza.
El atrio pasa ser una simple sala grande. Se multiplican las habitaciones, se
añade un piso, con comedores adicionales (cenacula),
pérgolas y balcones.
Buenas tardes: Me gustaría poder usar una de sus imágenes en un trabajo académico, indíqueme como podría ponerme en contacto con usted. Muchas gracias de antemano y un saludo
ResponderEliminarTodas son fotos de nuestro álbum familiar. Dígame que información necesita para poder proporcionársela. Saludos.
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