sábado, 24 de agosto de 2019

Fortuna, la diosa de la suerte en la antigua Roma

Fortuna, foto Christie´s

Fortuna era la diosa romana de la suerte, asociada con todos los acontecimientos afortunados en la vida de los mortales y los dioses, como la fertilidad, la maternidad, la prosperidad.


“Ella es, cuando hay guerra, victoria; cuando hay paz, concordia; entre los casados, benevolencia; entre los enamorados, placer; en una palabra, es el buen éxito en todos los acontecimientos.” (Dión de Prusa, Sobre la Fortuna {I})

Sin embargo, también era causante de sucesos desgraciados o imprevistos, y se le recriminaba que distribuía ciegamente sus dones, favoreciendo no a los que de verdad lo merecían, sino a los que apuntaba por casualidad.


“Pero como es lógico, éste, siendo un mortal, tampoco podía ser afortunado en todo, sino que iba a sufrir los efectos de la envidiosa deidad que, en poco tiempo, de un hombre insignificante le había hecho notable y lo había elevado a una inesperada y admirable distinción, para después abatirle en el mismo día llevándolo a la desgraciada situación del fratricida.” (Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma, III, 21, 1)

Fortuna, Museo Thorvaldsen, Copenhague

Según la antigua creencia, el fatum (destino) romano estaba garantizado por los dioses, quienes guardaban los dones y los males para los hombres, pero Fortuna era quien los administraba.

“La riqueza es frágil si no la acompaña la Fortuna, la amistad es insegura si la Fortuna no la ayuda. Ella es la que salva al enfermo que está en las últimas, al que está nadando en el mar, a Agamenón en sus mil naves, a Odiseo arrastrado sobre la balsa. ¿Qué temes, cobarde? ¿Tienes miedo de la extensión del mar? Poseidón te verá, convocará a los vientos, tomará el tridente y agitará todos los huracanes; pero no te matará, pues la Fortuna no quiere.Así, tras padecer muchos males, vaga ahora por el ponto, hasta que te reúnas con los hombres, nutridos por Zeus. 
¡Palabra de un dios vencido por la Fortuna!” (Dión de Prusa, Sobre la Fortuna, {II})

Fortuna, Museo Arqueológico de Milán

Aunque su culto era muy antiguo y se remontaba a la época de la monarquía, cuando se produciría un sincretismo entre lo etrusco y lo latino, se extendió por todo el Imperio Romano cuando se produjo la búsqueda de nuevos valores filosóficos y religiosos que dudaba de la responsabilidad de los dioses en los actos humanos y atribuía al capricho del azar los éxitos y fracasos humanos. Si la diosa Fortuna personificaba dicho azar había que intervenir para que fuera favorable mediante la extensión de su culto. Por lo tanto, su adoración se hizo bajo múltiples advocaciones y se la invocaba tanto en actos públicos como privados.

“...pues en todo el Universo, en todas partes y a todas horas sólo se nombra y se invoca a la Fortuna. Es la única a la que se acusa, la única a la que se considera culpable, la única en la que se piensa. Sólo a ella se dan alabanzas, sólo a ella se hacen reproches, y aun con insultos se le rinde se le rinde culto a ella que es voluble y... (hay una laguna), pero, además considerada generalmente ciega, mudable, inconstante, insegura y, a veces, cómplice de seres indignos. A ella se le asignan todas las pérdidas y a ella todas las ganancias: en el cómputo total de los mortales ella sola cubre la doble página, y hasta tal punto estamos a merced de la suerte que simplemente es ella la que existe en lugar de Dios, con lo que se demuestra que Dios es hipotético...” (Plinio, Historia natural, II, 22)

El poder que Fortuna puede ejercer sobre el ser humano se puede presentar bajo dos aspectos fundamentales: como numen o genio tutelar y como diosa, tanto pública como privada.

Fortuna. Foto Christie´s

El culto a la diosa como Fortuna individual que pertenece a cada hombre queda constituido como un acto privado y los beneficios otorgados son de carácter particular. Esta Fortuna actúa como un genio tutelar que nace con cada hombre y lo guía a lo largo de su vida. Y se comporta como una fuerza móvil e inestable que se mueve elevando o hundiendo a los hombres caprichosamente. Se concibe como «buena» «mala» fortuna, siendo propicia y favorable al individuo, o causando su infortunio.

“Por la Fortuna, por el Genio de cada uno de vosotros, socorred a este anciano en su abandono, arrancad del Infierno a un inocente y devolvedlo a mis canas; ojalá, en pago de ello, alcancéis llenos de salud y alegría edad tan avanzada como la mía.” (Apuleyo, El asno de oro, VIII, 20)

Según la leyenda su culto fue introducido por el rey Servio Tulio, el cual le agradecía de esta forma su acceso al trono y su largo y próspero reinado.

“Servio Tulio, el rey que más aumentó el poder del pueblo, que introdujo un gobierno ordenado, que impuso orden tanto en las elecciones como en la disciplina militar; el primer censor e inspector de las vidas y del decoro de sus ciudadanos y que gozaba de una elevada reputación por su valentía y sensatez, se adhirió personalmente a la Fortuna y se ciñó a su soberanía, de forma que parecía que la Fortuna convivía con él y descendía a su habitación a través de aquella ventana que ahora llaman Porta Fenestella. Éste, en efecto, erigió un templo de la Fortuna en el Capitolio, el llamado Templo de la Fortuna Primigenia que podría traducirse como la Primer-Nacida, y el Templo de la Fortuna Obsequens, que unos consideran que significa «obediente» y otros propicia.” (Plutarco, La fortuna de los romanos, 10)

Fortuna Augusta de Pompeya, Museo Arqueológico de Nápoles

En su advocación como Fortuna Primigenia era considerada como una diosa-madre cuya protección se extendía a las parturientas y a las matronas por lo que su culto fue especialmente seguido por mujeres. En la ciudad de Preneste, de la que se convirtió en su protectora, adquirió carácter oracular.

La consulta del oráculo, cuyo origen es incierto, se hacía por medio de la extracción de las sortes escritas. La sors consistía en una tablilla de características muy especiales, cuya extracción era utilizada en los santuarios para comunicar al consultante la respuesta a lo que deseaba saber. Las sortes se mezclaban y un niño se encargaba de sacar una sors, inspirado por la diosa. 

“Veamos cómo se produjo, según se cuenta, la invención de las tablillas más famosas. Los testimonios de los de Preneste proclaman que Numerio Sufustio, persona noble y honorable, como se le ordenaba con frecuencia durante el sueño — de manera incluso amenazadora, al final— que hendiese el pedernal que se hallaba en un determinado lugar, se dispuso a hacerlo, aterrado por las visiones y entre las burlas de sus conciudadanos; una vez fraccionada así la roca, saltaron aquellas tablillas esculpidas en roble, con la marca de unas letras primitivas. Este lugar se encuentra hoy cercado, de acuerdo con la prescripción religiosa, Dicen que, en ese lugar, donde ahora se encuentra situado el santuario de Fortuna, fluyó miel de un olivo, por aquella misma época, y que los arúspices dijeron que esas tablillas gozarían de suma reputación; y que, por mandato de éstos, se construyó un arca con aquel olivo y se metieron en ella las tablillas que hoy se sacan a instancias de Fortuna. Por tanto, ¿qué infalibilidad puede haber en ellas, las cuales se mezclan y extraen, a instancias de Fortuna, a través de la mano de un niño?” (Cicerón, Adivinación, II, 41, 85-86)

Mosaico de los peces, Cueva de las Suertes, Preneste. Foto Camelia.boban

Este culto era rechazado por la
nobilitas o grupos sociales romanos más prestigiosos, debido a su relación con la adivinación natural, que estaba mal vista e incluso perseguida por la sociedad romana, pero era muy practicada por los grupos marginados socialmente como los esclavos. La extracción de sortes por parte de este grupo social era altamente solicitada e incluso practicada en ambientes domésticos. Sin embargo, el Estado romano, que obviamente no podía frenar el culto popular, solía poner trabas a la consulta oficial del oráculo, considerándolo poco recomendable por ser ajeno, debido a su origen etrusco con influencias orientales, a la costumbre romana. Así, cuando el año 241 a.C., con ocasión de la Primera Guerra Púnica, el cónsul Lutacio Cerco quiso consultar oficialmente las suertes de Preneste, se lo impidió una decisión del Senado. 

“El senado prohibió a Lutacio Cercón, que había puesto fin a la Primera Guerra Púnica, consultar los designios de Fortuna de Preneste. El motivo era que, en opinión de senadores, los asuntos romanos debían atenerse a los auspicios de la patria y no a los extranjeros.” (Valerio Máximo, Epítomes, 1, 3, 2)

Durante la Segunda Guerra Púnica el Senado juzgó prudente no enfrentarse a una Fortuna que ya había dado muestras de proteger a sus fieles, y desde entonces los magistrados y príncipes extranjeros fueron a Praeneste a rogar por la salud del pueblo romano o hacer consultas particulares.

“Cuando Heliogábalo maquinaba contra él, le salió el siguiente oráculo en el templo de la Fortuna de Preneste: «Si vences algunos hados crueles, tú serás un Marcelo” (Historia Augusta, Alejandro Severo, 4)

Templo de Fortuna Primigenia, ilustración de Pietro da Cortona

En la ciudad de Roma se impuso el culto a Fortuna Primigenia ya despojada de su carácter oracular, debido quizás a la oposición des senado que temía los oráculos como origen de una política anti-romana.

¿Por qué honran los romanos a Fortuna Primigenia, a la que podría llamarse Primogénita?
¿Acaso porque por Fortuna, según dicen, le sucedió a Servio, nacido de una esclava, ser ilustre rey de Roma? Así, en efecto, la mayoría de los romanos lo ha entendido.
¿O más bien, porque Fortuna promovió el nacimiento y principio de Roma? ¿O tiene el asunto una explicación más natural y filosófica en el sentido de que la fortuna es principio de todo y la naturaleza se compone de lo que es de acuerdo con la fortuna cuando en algunos elementos subyacentes se presenta un orden como al azar?
(Plutarco, Cuestiones griegas, 106)

Faustina menor como Fortuna. Fundación Medinaceli

A partir de esos momentos en Roma fue llamada Fortuna Publica Populi Romani Quiritium y su culto, despojado de su carácter adivinatorio, tuvo un carácter público y colectivo, estableciéndose un culto oficial que tendría su reflejo en la dedicación de estatuas y la producción de monedas.

“Angustia más mi espíritu el hecho de que tras repetirse muchas veces numerosos sacrificios a cargo de cada dignatario, aún no se expía oficialmente el prodigio de Espoleto. En efecto, la octava inmolación ha aplacado a duras penas a Júpiter, y se han celebrado inútilmente once ceremonias con muchas víctimas en honor de la Fortuna pública.” (Símaco, Epístolas, I, 49)

A partir de esos momentos en Roma fue llamada Fortuna Publica Populi Romani Quiritium y su culto, despojado de su carácter adivinatorio, tuvo un carácter público y colectivo, estableciéndose un culto oficial que tendría su reflejo en la dedicación de estatuas y la producción de monedas.


“Angustia más mi espíritu el hecho de que tras repetirse muchas veces numerosos sacrificios a cargo de cada dignatario, aún no se expía oficialmente el prodigio de Espoleto. En efecto, la octava inmolación ha aplacado a duras penas a Júpiter, y se han celebrado inútilmente once ceremonias con muchas víctimas en honor de la Fortuna pública.” (Símaco, Epístolas, I, 49)

Fortuna. Ostia

El culto de las Fortunas de Antium es menos conocido, pero comparte los atributos oraculares con la de Prenestre. Las Fortunas de Ancio presidían el comienzo de la vida y anunciaban los destinos. Tutelaban la comunidad humana de su ciudad a la cual aseguraban la reproducción y protegían su existencia cotidiana, a la vez que eran diosas protectoras de su ciudad.

“Siendo cónsules Memmio Régulo y Virginia Rufo, tuvo Nerón una alegría extraordinaria, por causa de una hija que le nació de Popea, a quien llamó Augusta, dando también a su madre el mismo sobrenombre. Fue el parto en la colonia de Ancio, donde él también había nacido. Ya de antes había el Senado encomendado a los dioses la preñez de Popea, y hecho públicos votos, que se cumplieron y multiplicaron con el parto, añadiendo procesiones y rogativas, y por decreto un templo a la Fecundidad, y un torneo a ejemplo de la religión de Atenas; que se pusiesen en el trono de Júpiter Capitalino las estatuas de oro de las Fortunas.” (Tácito, Anales, XV, 23)

A finales de la República el templo de Ancio podía parangonarse en riquezas con el templo de Júpiter Capitolino en Roma y con el de Juno de Lanuvio. Parte de esas riquezas fueron entregadas, por grado o por fuerza, en el año 41 a.C. al joven Octaviano, futuro Augusto, para sufragar su campaña de guerra. Eso valió a las diosas de Ancio la piedad hereditaria de la dinastía Julio-Claudia. Fueron consideradas protectoras de la familia imperial y ocuparon un puesto de honor en sus devociones públicas y privadas.

“¡Oh diosa que reinas en tu amada Anzio, que acudes ya
para levantar al cuerpo mortal desde el escalón más bajo, ya para
tomar en funerales los triunfos altaneros!: a ti te halaga con
5
preces angustiadas el pobre labrador; a ti, señora del mar, cuantos
en nave de Bitinia desafían al piélago de Cárpatos; a ti el
arisco dacio y los escitas huidizos, y las ciudades y pueblos y 10
el Lacio valeroso. Y temen las madres de los reyes bárbaros y
los tiranos de púrpura vestidos que con avieso pie su enhiesta
columna eches por tierra; y que el pueblo, juntándose para tomar
las armas, a las armas incite a los menos decididos y acabe con su imperio.” (Horacio, Odas, I, 35) 


Fortunas de Ancio

Fors-Fortuna o simplemente Fortuna es una diosa muy antigua en Roma y en el Lacio que representaba la personificación del «puro azar», que cumplía cometidos protectores sobre individuos y lugares, y cuyos orígenes siguen siendo imprecisos. Según algunas teorías Fors Fortuna fue una diosa indígena que se remonta a la más antigua civilización del Lacio. Fue en un principio una diosa rural, que vivía en contacto con la naturaleza y próxima a los elementos primordiales, la tierra, las aguas fluviales y el fuego solar. 

Su culto era seguido mayoritariamente por mujeres, esclavos y sectores pasivos e irrelevantes de la sociedad romana, aunque también participaban en este culto ciertos colectivos profesionales, libertos o plebeyos. Su fiesta se celebraba el 24 de junio, día del solsticio de verano.

El tiempo se desliza y  envejecemos silenciosamente con los años; los días huyen sin que haya freno que los detenga. jQué pronto han llegado los honores de Fors Fortuna!; dentro de siete días junio habrá pasado. Venid, Quirites, celebrad contentos a la diosa Fors; en la ribera del Tiber tiene sus regalos de rey. Bajad corriendo, los unos a pie, los otros también en rápida barca, y no os avergüence volver de ahí borrachos a casa. Llevad, barcas adornadas con guirnaldas, a jóvenes y sus francachelas, y que en medio de las aguas beban abundante vino. La plebe venera a esta diosa porque quien fundó su templo era de la plebe, según se dice, y de humilde origen llego a detentar el cetro. También a los esclavos les va bien, porque Tulio, que levantó el templo vecino de la ambigua diosa, nació de una esclava.” (Ovidio, Fastos, VI, 770)

Fortuna. Museo Británico.

Fortuna, en un principio, se constituyó como divinidad individual y protectora de todos los elementos sociales, especialmente de mujeres, libertos, esclavos y las asociaciones o collegia más humildes de la población, que se convertirían en los mayores defensores de esta deidad.

En el caso de las niñas, Fortuna Virgo o Virginalis era la encargada de proteger la pubertad y virginidad de la joven antes del matrimonio. Las novias romanas, antes del matrimonio, dedicaban a la diosa sus juguetes y ropas de la niñez, antes del gran cambio vital que iban a llevar a cabo y que las llevaría a la etapa madura. Las ofrendas infantiles femeninas previas al matrimonio se efectuaban en el Templo del Foro Boario de Fortuna Virgo en Roma. 

A la Fortuna Barbata ofrendarían los adolescentes la primera barba, que se cortaba durante un acto solemne.

“Si la Fortuna Barbada vistiera con más gracia y vistosidad las mejillas de sus servidores y a los que la desprecian los viéramos lampiños o con mala barba, aun así diríamos, con toda razón, que el poder de estos dioses singulares se extendía hasta aquí, limitados en cierto modo a sus oficios. Y por esto ni sería conveniente pedir a Juventas la vida eterna, puesto que no da la barba, ni se debía esperar de la Fortuna Barbada algo después de esta vida, dado que no tiene poder alguno en esta vida ni sobre la edad que ella cubre de barba. Al presente su culto no es necesario ni aun por estas mismas cosas que se juzgan sometidas a ella. Muchos que adoraban a la diosa Juventas no lozanearon en esa edad, y muchos que no la adoraban gozaron del vigor de la juventud. Asimismo, muchos devotos de la Fortuna Barbada no pudieron llegar a tener barba o la tuvieron fea, y si algunos le rinden culto para pedir la barba, se burlan de ellos los menospreciadores que la tienen.” (Agustín, La Ciudad de Dios, VI, 1)

Fortuna. Museo Británico, Londres

En origen, la Fortuna Virilis tendría las mismas funciones o complementaría a la Fortuna Barbata. Es decir, sería una advocación masculina, protectora del paso de la juventud a la madurez del hombre, y quedaría ligada al culto individual o doméstico. En época arcaica quizás recibió la consagración de la toga praetexta —que el muchacho abandonaba al asumir la toga viril—, vigilaba sobre la pubertad del joven romano y sobre su paso a otra edad. Sin embargo, en época posterior parece haberse convertido en una advocación seguida por mujeres que le rendían culto el 1 de abril junto a la figura de Venus Verticordia y en relación con los baños. 

“Aprended ahora por qué ofrecéis incienso a la Fortuna Viril en el sitio que rezuma agua caliente. Sin ropa están todas las mujeres en tal sitio y ve cualquier defecto de sus cuerpos desnudos. La Fortuna Viril proporciona cómo ocultar el defecto y esconderlo ante los hombres, y esto hace si se le pide con un poco de incienso.” (Ovidio, Fastos, IV, 145)

Fresco de Pompeya, Foto Amedeo Benestante

Fortuna Muliebris gobernaba los distintos aspectos físicos, morales y sociales de la matrona romana (fecundidad, parto, cuidado de los hijos, mantenimiento del grupo y castidad matrimonial), pero carecía de carácter popular, pues quedaban excluidas no sólo las mujeres casadas en segundas nupcias o viudas, sino también las mujeres de procedencia plebeya. De esta forma el culto quedaba principalmente constituido para las clases sociales privilegiadas, y como culto oficial romano. Dentro del culto, las mujeres de las grandes familias, las más distinguidas univirae, jugarían un papel más destacado, siendo la emperatriz considerada como la primera univira, modelo de materfamilias

“Los hombres de Roma no escatimaron el mérito que les correspondía a las mujeres —tan al margen se vivía de la envidia de la gloria ajena-—: incluso para perpetuar su memoria, se erigió y dedicó un templo a la Fortuna de la Mujer.” (Tito Livio, Historia de Roma, II, 40, 11)

Desde tiempos muy tempranos, Fortuna representaba para el individuo o para ciertos grupos, como los collegia, una oportunidad para mejorar socialmente, esperando ‘un golpe de suerte’. La divinidad alcanza todos los campos de la vida; la victoria, la fama, la riqueza, la prosperidad, la virtud, la salud o el poder, que distribuye entre los hombres según es su voluntad. La diosa permite que las personas alcancen el éxito o fracaso de sus acciones reportándoles beneficios o desgracias. Algunos individuos creían estar especialmente favorecidos por la fortuna y confiaban el éxito de su vida personal o profesional al beneficio otorgado por la diosa.

Fortuna, Museo del Prado, Madrid


C(AIO) APPVLEIO DIOCLI

AGITATORI PRIMO FACT(IONE)
RVSSAT(O) NATIONE HISPANO
FORTVNAE PRIMIGENIAE
D(onVm) D(edit)
C(aius) APPVLEIVS NYMPHIDIANVS 
ET NYMPHIDIA FILII

"Los hijos del célebre auriga Cayo Apuleyo Diocles encargaron una estatua en honor a su padre bajo la cual se hizo la presente inscripción en la estela de la basa. Ofrecido a Fortuna Primigenia por Cayo Apuleyo Diocles, el primer auriga del equipo rojo, de nacionalidad hispana. Sus hijos Cayo Apuleyo Nimfidiano y Nimfidia."

La popularización del culto trajo la proliferación de figurillas utilizadas como exvotos que depositadas en el lararium familiar tenían como función proporcionar a su propietario el favor de la diosa en su vida particular y profesional. 

“De este modo son regidos los asuntos humanos, no por decisión de los hombres, sino por esa influencia de Dios a la que los hombres suelen llamar Fortuna porque desconocen por qué motivo les sobrevienen los acontecimientos de la forma en que se les manifiestan, pues a lo que no parece ser lógico se acostumbra a darle el nombre de Fortuna. Pero en estas cuestiones que piense cada cual de la manera que le plazca.” (Procopio, Historia Secreta, IV, 44)

Dentro de los colectivos profesionales o collegia, el que más veneró a esta deidad fue el ejército. El culto y seguimiento de la diosa Fortuna supone la protección ante cualquier adversidad, ya que la misma es dueña del Destino y puede llevar a buen término cualquier acción militar o de otra índole. Así pues, esta gran participación en el culto a Fortuna por parte del ejército, tiene sobre todo un componente psicológico.

“Y es verdad que en los hechos de armas el valor de los soldados, la ventaja de la posición, los apoyos de los aliados, las flotas, los aprovisionamientos, ayudan mucho; pero la parte principal la reclama para sí Fortuna como en el ejercicio de su derecho, y cualquier cosa que se ha llevado a cabo con éxito la considera casi toda suya.” (Cicerón Pro Marcelo, 6)

La epigrafía nos muestra que estos cultos tuvieron más importancia en las provincias limítrofes del Imperio, tales como Germania, Britania, Panonia y Dacia. Estas zonas eran las más expuestas al peligro exterior y donde la población militar era más importante. La participación de la milicia dentro de los diferentes cultos a Fortuna Dea podía ser realizada tanto a título individual como colectivo.

FORTVNAE VEXILLATIONES LEG II AVG LEG VI VIC P S P L L

"A Fortuna destacamentos de la segunda legión Augusta y de la sexta legión Victrix Pia Fidelis lo erigieron gustosamente y voluntariamente."

Estela procedente del fuerte de Castlecary,
 Hunterian Museum, Glasgow, Escocia

Relacionado con el ejército es el culto de Fortuna Salutaris, con función sanadora, protectora de la salud y el bienestar físico. La representación de Fortuna Salutaris suele ir acompañada de la representación de dioses de la medicina como Esculapio.
Era importante la advocación de Fortuna Balnearis que se refiere a la higiene, aseo personal y recreo del soldado. Sólo mantiene una relación con métodos curativos o de la salud en cuanto a que esta higiene personal cure alguna enfermedad del soldado. Además, la Fortuna Balnearis se relaciona con lugares de aguas medicinales con un carácter salutífero. El culto a Fortuna Balnearis adquirió una gran importancia durante el alto imperio estableciéndose el primero de abril como festividad dedicada a la divinidad, siendo un hecho frecuente las peregrinaciones a sus santuarios y la erección de exvotos y epígrafes de gratitud.

Fortunae/ Balneari/ sac(rum) Q(uintus) Vale/ rius Tuc/ co miles/ leg(ionis) II Adiu/tricis p(iae) f(elicis)/ c(enturia) Aemili(i) S/ ecundini. 

"Consagrado a la Fortuna de los baños. Quinto Valerio Tucco, soldado de la legión II Adiutrix pía feliz, de la centuria de Emilio Secundino". (CIL II.2763 

Fortuna, Hunterian Museum. Foto Dan Diffendale

También es muy conocida la institución del culto a la Fortuna Redux que fue hecho oficial tras la vuelta del emperador Augusto a Roma después de su viaje por Sicilia, Grecia, Asia y Siria, y que, a partir de este momento, fue considerada la divinidad protectora del emperador durante sus viajes y expediciones. El primer altar documentado de la Fortuna Redux fue ofrecido el 12 de octubre y consagrada el 5 de diciembre del año 19 a.C. (siendo cónsules Lucrecio Vespillón y Marco Vinicio). Desde entonces cada año se le ofrecía un sacrificio oficiado por un pontífice y vírgenes vestales. A partir del 11 a.C. al sacrificio se añadieron unos ludi que se celebraban el 30 de julio.

“Si nuestros antepasados consagraron a la Fortuna Retornadora áureos templos por el regreso de sus caudillos, nunca esta diosa exigiría espléndidos santuarios por sus favores con más razón que cuando se restaura igualmente para la trabea y para Roma la majestad que les es propia.” (Claudiano, Panegírico al sexto consulado del emperador Honorio, 28)

Moneda de Fortuna Redux

Domiciano mandó construir un templo dedicado a la Fortuna Redux para conmemorar una de sus expediciones, que fue terminado y embellecido a la vuelta de la campaña suevo-sármata, en el año 93.

“Aquí, donde el templo de la Fortuna Redux
brilla refulgente en un amplio espacio, había hace
poco una explanada afortunada. Aquí hizo su
parada el César, hermoso con el polvo de la
guerra ártica, expandiendo de su rostro un fulgor
purpúreo; aquí Roma, ceñida de laurel su
cabellera y resplandeciente de blanca por su toga,
saludó a su caudillo con sus aclamaciones y sus aplausos.”
(Marcial, Epigramas, VIII, 65)

Moneda de Domiciano y Fortuna Redux

La diosa Fortuna era invocada bajo toda clase de nombres (según lo que el que invocaba necesitase) haciendo que su culto se volviese más cotidiano y atractivo a todas las capas de la población. La aceptación de distintas advocaciones permitía a la diosa ser cada vez más popular y cercana.

“Porque si han de inventarse nombres, más bien deben ser los de Vicepota, diosa del vencer y del beber, Stata, del permanecer, y los sobrenombres de Júpiter Stator e Invicto, y los nombres de las cosas que se deben apetecer, de la Salud, del Honor, del Socorro, de la Victoria. Y, puesto que el ánimo se levanta con la expectación de las cosas buenas, rectamente también ha sido consagrada la Esperanza por Calatino. Y que lo haya sido la Fortuna; ya la de este día (fortuna huiusce diei), porque vale para todos los días; ya la que mira con piedad, para llevar auxilio; ya la del azar, en lo cual se significan más los casos inciertos; ya la primigenia, de engendrar…” (Cicerón, Las Leyes, II, 28)

Templo de Fortuna Huiusce Diei, Largo Argentina, Roma. Foto Wknight94

Las diferentes advocaciones de Fortuna Dea contribuyeron en gran medida a la romanización de los territorios más aislados del poder central. Las poblaciones indígenas encuentran en Fortuna a una diosa con características afines a sus dioses y en ocasiones, son ellos mismos, o las poblaciones romanas asentadas en esos territorios, quienes sincretizan a ambas divinidades, pasando Fortuna a tomar las cualidades de la anterior divinidad indígena y confundiéndose con ella. Durante los siglos II y III el culto a Fortuna tuvo su mayor auge, popularizándose entre todas las capas sociales, pero sobre todo en las más humildes. Las dinastías antonina y severa fueron las que propiciaron su mayor difusión e hicieron gran uso de este culto a lo largo del imperio, junto con el de las restantes virtudes divinizadas.

“¿Quién no sabe que la razón es el término que indica la capacidad de discernir del ser humano y, en cambio, Fortuna es una diosa, la primera de ellas? ¿Quién no sabe que hay templos, santuarios, capillas, por todas partes, dedicados a la diosa Fortuna y, en cambio, a la Razón no le ha sido dedicado ni una estatua, ni un altar?” (Frontón, Epístolas, 26, 7)

Diosa Fortuna, Museo Arqueológico de Tarragona,
 Foto Samuel López

Al final de la época republicana y en época imperial, Fortuna se constituirá en una diosa importante e influyente para gobernantes y generales. Como Sila o César que la tomarán como su divinidad principal, protección personal ante todas las adversidades.

“Respecto a Cayo César, yo tendría reparos en afirmar que alcanzó la más elevada posición por buena fortuna, si él mismo no lo hubiera testimoniado. Pues cuando el día 4 de enero (un día antes de las nonas de enero) salió de Brindisi persiguiendo a Pompeyo, a pesar de estar en el solsticio de invierno, atravesó el mar sin percances por haber pospuesto Fortuna la estación. Pero al encontrarse que Pompeyo tenía un compacto y numeroso ejército en tierra y una gran flota en el mar y que había acampado con todas sus fuerzas mientras que él estaba en condiciones muy inferiores y, dado que el ejército con Antonio y Sabino venía despacio, osó embarcarse en un pequeño esquife y pasando desapercibido al capitán y al piloto, se hizo a la mar cual si se tratara de un sirviente. Se produjo una violenta corriente en sentido contrario al curso del río y un agitado oleaje, y César, al ver que el piloto cambiaba de rumbo, se quitó el manto de la cabeza y revelando su personalidad le dijo:

Venga. buen hombre, ten valor y nada temas; confía tus velas a la Fortuna, recibe su soplo y ten confianza puesto que llevas a César y la Fortuna de César.” (Plutarco, Fortuna de los romanos, 6)


Otra advocación ligada al culto imperial será Fortuna Augusta que se constituirá en la fuerza protectora y propiciatoria que acompañaba al emperador. Las decisiones de esta diosa no solo afectaban a Roma sino a todo el Estado y el emperador querría proclamar su responsabilidad al llevar el timón del imperio, al igual que Fortuna, indicando la entrega que el príncipe dedicaba a su gobierno.

“Por lo tanto, eduquemos nuestra alma para que comprenda y acepte la propia suerte y sepa que nada existe que la fortuna no haya intentado: ella posee el mismo derecho sobre los imperios que sobre los emperadores y el mismo poder sobre las ciudades que sobre sus habitantes. Por nada de esto debemos indignarnos: hemos entrado en un mundo que se rige por estas leyes. ¿Te agrada? Obedece. ¿No te agrada? Sal por el camino que quieras. Indígnate si alguna norma injusta ha sido establecida directamente contra ti; pero si estas leyes de la necesidad encadenan a los más encumbrados y a los más humildes, reconcíliate con el hado que todo lo disuelve.” (Séneca, Epístolas a Lucilio, XIV, 91, 15)

Fortuna de Tomis, Museo de Constanza, Rumanía,
Foto ChristianChirita

No solo los gobernantes, sino otros cargos y ciudadanos particulares dedicaban monumentos a la diosa Augusta en agradecimiento de su buena suerte o prosperidad en vida profesional. 

FORTVNAE AVG[USTAE] / SACR[UM] / ANNIVS PRIMITIVVS / OB HONOREM / IIIIIIVIR[ATUS] SVI / EDITO BARCARVM / CERTAMINE ET/ PVGILVM SPORTVLIS / ETIAM CIVIBVS / DATIS / D[E] S[UA] P[ECUNIA] D[EDIT] D[EDICAVIT].

‘Consagrado a Fortuna Augusta, Annius Primitivus, por el honor de su sevirato, habiendo promovido con competición naval y un combate de púgiles, habiendo ofrecido dádivas a los ciudadanos. Lo dio y dedicó a sus expensas’.

Moneda de Fortuna Augusta

En la ciudad de Pompeya un cargo municipal destinó parte de su fortuna a la construcción de un templo dedicado a Fortuna Augusta.

M(arcus) Tullius M(arci) f(ilius) d(uum)v(ir) i(ure) d(icundo) ter(tium) quinq(uennalis) augur tr(ibunus) mil(itum) a pop(ulo) aedem Fortunae August(ae) solo et peq(unia) sua. [CIL X 820]

Marco Tulio, hijo de Marco. Duumviro con poderes judiciales tres veces, quinquenial, augur, tribuno militar por aclamación popular, (construyó) el templo de Fortuna Augusta en su propio terreno y a sus expensas.

Templo de Fortuna Augusta en Pompeya, acuarela de Luigi Bazzani, Foto Carlo Raso

A la advocación de la Fortuna Augusta también se le dedicaban ofrendas de igual manera que a la Fortuna Redux, por el retorno del emperador y su familia. 

“A la Fortuna de los Augustos, Antonio, liberto y secretario imperial para las peticiones, dedica esta ara, por un voto hecho, por el bienestar y el retorno de nuestros emperadores Severo Pío (Septimio Severo) y Antonino Pío (Caracalla) [borrado: y el príncipe Geta] y la emperatriz Julia (Domna), madre de los emperadores [borrado: y emperatriz Plautilla]”

Estela dedicada a Fortuna Augusta por Antonio
con
damnatio memoriae. Museo Británico, Londres

En la época del Imperio uno de los cultos más importantes era el que le tributaban los propios emperadores, quienes tenían cerca una representación de la diosa, a la que asociaban su imagen en sus monedas o monumentos, sobre todo en el Próximo Oriente, como parte de su propaganda política.

“Había encargado después que se hicieran dos estatuas de la Fortuna real que suele acompañar a los emperadores y que suele colocarse en las estancias de éstos, con el fin de dejar a cada uno de sus hijos la imagen de una divinidad tan venerable; pero, viendo que le apremiaba la hora de la muerte, ordenó, según dicen, que colocaran dicha Fortuna alternativamente en la habitación de los dos emperadores. Basiano despreció esta orden incluso antes de cometer el fratricidio.” (Historia Augusta, Severo, 23)

Moneda de oro con Vespasiano y Fortuna Augusta

La representación de la diosa venía acompañada de objetos que simbolizaban el poder que ejercía sobre la humanidad, ya sea protegiéndola, ya sea sometiéndola a su voluntad.

Los atributos principales de la Fortuna romana, aunque en ocasiones carece de alguno de ellos en sus representaciones, son el gorro sacral, el 
modius o celemín, signo de la abundancia, el cuerno de Amaltea o de la abundancia, el timón o la rueda que dirigen el rumbo de la vida y los acontecimientos humanos.

Fortuna con cornucopia, timón y modius. Museo Británico, Londres

El Cuerno de la Abundancia como símbolo de prosperidad y repleto de frutas, símbolos de fertilidad. 

“Tiene en su mano aquel celebrado cuerno de la abundancia lleno no de frutos siempre lozanos sino de cuantos produce la tierra entera, todo el mar, ríos, minas y puertos, y los derrama generosamente y en abundancia.” (Plutarco, Sobre la fortuna de los romanos, 4)

Otros atributos destacados en las representaciones de Fortuna son el timón, la proa de barco o la rueda, los tres de origen romano. Con ellos se confirma que la diosa rige o gobierna los destinos humanos, divinos y naturales, así como la dirección de los Estados o el destino de la historia. Ella maneja el timón según su voluntad y se convierte además en protectora de los navegantes. La rueda indica su carácter inestable y de cambio constante.

“En primer lugar, da la impresión de que los artistas han puesto de manifiesto el poder de la Fortuna en la forma en que está representada. En primer lugar, está como dispuesta para su tarea; luego, con su mano derecha sujeta un timón y, como cualquiera podría confirmarlo, está viajando por mar. ¿Qué quiere decir esto? ¿Acaso porque los navegantes necesitan más que nadie de la Fortuna, o porque dirige nuestra vida como una gran nave y protege a todos los que van a bordo?” (Dion de Prusa, Sobre la fortuna {2}, 5)

Detalle de fresco con diosa Fortuna, Pompeya.
Museo Arqueologico, Nápoles. Foto Sailko

Bajo el timón a veces suele representarse un pequeño globo, que simboliza la influencia de la diosa en todo el Universo y su dominio del mundo. Algunas veces Fortuna lleva el globo en una mano. 

El modius, recipiente que se utilizaba como medida para cuantificar los cereales, relacionaba a la diosa con la fecundidad y la abundancia. Su evolución hacia una diadema alta como representación de una muralla para proteger las ciudades derivará en la advocación de Fortuna como Tutela, que a semejanza de Tyché será a veces representada con una patera en la mano.

Diosa Tutela en plata. Museo Británico, Londres

El culto de Fortuna tuvo en Italia gran complejidad pues era evidente que se había producido un sincretismo entre diferentes divinidades, cultos locales o foráneos, que se desarrollaba paralelamente a la evolución de la historia de Roma. 

“Entonces también la portadora de todas las lamentaciones y que siempre fluye a contra corriente, daba brincos, ágil, con la ligereza de un acróbata; algunos la llaman Sors, y otros Némesis, y la mayoría Tyqué o Norcia.” (Marciano Capela, De Nuptiis, I, 88)

Desde la antigüedad tuvo mucho predicamento la idea de que la diosa Fortuna de Roma procedía de Etruria y que derivaba de la diosa Nortia de la ciudad etrusca de Volsena, encarnación del Destino. Por influencia etrusca Fortuna se convirtió poco a poco en la divinidad concreta que confiere el destino a los humanos. Los soberanos de origen etrusco le construyeron templos en Roma, adoptaron su culto y lo propagaron, explotando en su provecho los valores políticos y sociales que tenía, pues Fortuna donadora de fecundidad al pueblo y a su jefe y donadora de soberanía. 

“Norcia, yo te venero, residente en Roma, que por dos veces he desempeñado el cargo de procónsul, creador de muchos poemas, de vida intachable, de perfecta salud, feliz por mi matrimonio con Plácida, y por la abundancia de hijos gozoso: ¡Larga vida para ellos! Todo lo demás se desarrollará según la ley fijada de los hados.” (Avieno, C.I.L., VI 537) 

La diosa romana, con el transcurrir del tiempo, sufrió ciertas transformaciones, y fue asumiendo funciones que le llegaban de oriente, aunque siguió estando relacionada con el poder para controlar el devenir de los acontecimientos y el futuro.

Amatista con diosa con atributos
propios de distintas divinidades. 

Con la llegada de nuevas ideas y elementos culturales provenientes del helenismo, Fortuna realizó su proceso de sincretismo con la diosa griega Tyché, que simbolizaba la suerte, el azar, el destino de los dioses y los hombres, cuyas acciones estaban sometidas a la voluntad de la diosa. La diosa Fortuna romana adoptó las características de la diosa griega, perdiendo los rasgos que la identificaban como diosa madre. 

Plutarco describe a la diosa partiendo de Oriente, parando en algunos reinos y estableciéndose permanentemente en Roma e indica los rasgos iconográficos que caracterizaban tanto a Fortuna como Tyche. 

“El movimiento de la Fortuna, en cambio, es rápido, su espíritu audaz y arrogante su esperanza. Va delante de la Virtud, pero próxima a ella. No se eleva a sí misma con ligeras alas ni avanza de puntillas sobre un globo sin dejar huella, perpleja e insegura, para desaparecer después de la vista. Por el contrario, al igual que los espartanos cuentan que Afrodita, al atravesar el Eurotas, dejó a un lado los espejos, los ornamentos y su cinturón bordado, tomó espada y escudo, y se engalano para Licurgo; así la Fortuna, tras abandonar a persas y a asirios, sobrevoló ligera Macedonia, derribó rápidamente a Alejandro, atravesó después Egipto y Siria recorriendo sus reinos, y volviéndose hacia los cartagineses, los exalto muchas veces. Pero cuando se aproximaba al Palatino, y cruzaba el Tíber, se quitó, según parece, las alas, se descalzó las sandalias y abandonó su increíble e inestable globo. Así entró en Roma, como para permanecer y así está presente, dispuesta para el juicio. 
No es, en efecto, obstinada 
como dice Píndaro,
ni dirige un doble timón
sino más bien es

hermana del Buen Gobierno y de la Persuasión e hija de la Previsión
según Alcmán afirma en su genealogía.”
(Plutarco, Sobre la Fortuna de los romanos, 4)

Fortuna-Tyché (de izda a drcha: Alejandría, Antioquía, Roma, Constantinopla). 
Museo Británico, Londres

La diosa Isis se consideró desde época arcaica como protectora de la fertilidad, maternidad y abundancia, además de protectora de los navegantes y marineros y, por extensión, de los comerciantes, por su relación con las aguas, por lo que fue fácil su sincretismo con la diosa Fortuna. Durante la crisis de pensamiento en el siglo II d.C. la compatibilidad del carácter oracular de Fortuna desde su origen latino con el atributo de la diosa egipcia como señora de la magia, permitió que hubiera una asimilación entre ambas, principalmente en el culto privado. 

¡Oh, tú, santo y perpetuo amparo del humano linaje, alivio siempre generoso de los mortales! Tú manifiestas el dulce cariño de una madre ante el infortunio de los desgraciados. No pasa un día ni una noche, ni siquiera un breve instante, sin que quede marcado por tus favores, sin que tu protección cubra a los hombres en la tierra y en el mar, sin que tu mano salvadora aleje de ellos las tempestades de la vida. Tú deshaces la enredada e inextricable trama del destino, calmas las tormentas de la Fortuna y compensas el nefasto influjo de las constelaciones. Los dioses del Olimpo te veneran, te respetan los dioses del Infierno; tú mantienes el mundo en órbita, tú suministras al sol sus rayos de luz, tú riges el universo, tus plantas pisan el Tártaro! (Apuleyo, Metamorfosis, XI, 25)

Estatuillas de Isis-Fortuna (Fotos de izda a drcha: Christie´s; Museo Calvet de Aviñón;
Walters Arts Museum, Baltimore)

El nuevo iniciado, Lucio, retrata a la diosa Isis como benefactora de la humanidad, capaz de cambiar el destino funesto, aliviar los vaivenes de la diosa Fortuna, además de intervenir en la influencia de los astros. Parece que la conclusión sería que la asimilación de cualidades entre ambas diosas permitía que el bien proporcionado por la diosa Isis compensaría el efecto negativo de la volubilidad de la diosa Fortuna.

"Después de tantas y tan variadas pruebas, después de los duros asaltos de la Fortuna y de las más terribles tormentas, por fin, Lucio, has llegado al puerto de la Paz y al altar de la Misericordia. Ni tu nacimiento ni tus méritos o tu destacado saber te han servido nunca de nada; la flor resbaladiza de una juventud ardiente te ha hecho caer en la esclavitud de la pasión, y has cosechado la amarga recompensa de una desdichada curiosidad. Pero la Fortuna, con toda su ceguera y con la pretensión de exponerte a los más graves peligros, en su imprevisora maldad, ha guiado tus pasos hacia la felicidad de nuestra religión. Ahora ya se puede ir, ya puede dar libre curso a su furor y buscarse otra víctima para saciar su crueldad; pues las vidas que la majestad de nuestra diosa ha tomado a su servicio ya no están al alcance de un golpe hostil. Salteadores, fieras, esclavitud, idas y venidas por los más escabrosos caminos, diarias amenazas de muerte, ¿de qué ha servido todo ello a la implacable Fortuna? Ahora ya estás bajo la tutela de una Fortuna, pero ésta es clarividente y hasta ilumina a los demás dioses con su esplendorosa luz.” (Apuleyo, Metamorfosis, XI, 15)

La nueva advocación de Isis-Fortuna refleja con claridad la asimilación de los atributos puesto que Fortuna, además de sus atributos principales (el timón de embarcación con el que maneja los destinos humanos, naturales y divinos, y el cuerno de la abundancia, con el que aporta numerosos beneficios y protege la fecundidad) toma elementos fundamentales de Isis (el nudo y tocado isiacos, el sistro, la serpiente, que la relaciona con el mundo mágico, junto con la protección de los mares.

Isis-Fortuna, Casa de Philocalus, Pompeya. Museo Arqueológico de Nápoles, Foto Jebulon

Según Séneca había que ser conscientes de que no se podía hacer nada contra aquello que no depende de uno mismo, sino de la Fortuna, de la Naturaleza o los Dioses. Él recomendaba para contrarrestar la posible adversidad tener fortaleza de espíritu y dedicarse a la filosofía.

“El invierno trae el frío: tenemos que sufrirlo. El verano nos devuelve el calor: tenernos que soportarlo. La inclemencia del tiempo ataca la salud: tenemos que sufrir la enfermedad. Nos encontraremos con una fiera en cualquier lugar, y con el hombre, más perjudicial que todas las fieras. Algún bien nos arrebatará el agua y también el fuego. Tal estado de cosas no podemos cambiarlo: lo que sí podemos es mostrar un gran ánimo, digno de un hombre de bien, con el que resistir con fortaleza los azares de la fortuna y acomodarnos a la naturaleza.” (Séneca, Epístolas, 107, 7)

Fortuna con sus atributos: cornucopia, timón y rueda. Foto Sotheby´s

Como en esa época existía la creencia de que el destino de cada cual estaba determinado y lo que iba a ocurrir sucedería de todas formas, Séneca aconsejaba aceptarlo para poder disfrutar de la vida, pues oponerse causaría sufrimiento. Afirmaba que ni el azar ni la fortuna podrían perjudicar la virtud del sabio, pues ésta solo dependía de él. 

“No os opongáis a vuestro propio bien, alimentad en vuestro ánimo esta esperanza, mientras llegáis a la verdad, y acoged gustosos lo mejor y asistíos con vuestra reflexión y vuestros deseos: para la república del género humano es beneficioso que haya algo invicto, que haya alguien contra quien nada pueda la suerte.” (Séneca, De la firmeza del sabio, 19, 4)

Fortuna en bronce. Foto Christie´s

Muchas fueran las quejas por la acción de Fortuna, especialmente por la muerte temprana de los seres queridos. Augusto culpó a la fortuna por haberle arrebatado a los herederos que él había designado, sus hijos adoptivos, Cayo y Lucio (los hijos de su hija Julia y Agripa).

"Filios meos, quos iuvenes mihi eripuit fortuna (a mis hijos, que jóvenes me arrebató la fortuna)" (Res Gestae, 14, 1)

Los lamentos hacia Fortuna por la pérdida de familiares se repiten en epitafios romanos. O bien son los vivos quienes emiten su queja: 

"Atrox, 0 Fortuna, truci quae funere gaudes, / quid mihi tam subito Maximus eripitur?" (CLE 1065 = CIL VI.20128). 

¡Oh Fortuna Atroz!, que te regocijas con un cruel funeral, ¿por qué me es arrebatado Máximus tan pronto? 

O bien es el propio difunto el que deja su reproche a la diosa.

“D(is) M(anibus) s(acrum) L(ucius) Annius Octavius Valerianus
evasi effugi spes et fortuna valete
nil mihi vo(b)iscum est ludificate alios”
(CIL 06, 11743)

Consagrado a los Dioses Manes Lucius Annius Octavius Valerianus
Me fui, escapé, adiós Esperanza y Fortuna.
No me queda nada que hacer con vosotras, id a burlaros de otros
.

Monedas con diosa Fortuna (izda) y Esperanza (drcha)


Los escritores cristianos no reconocían ninguna cualidad divina a la diosa Fortuna, ni creían en la buena o mala suerte, pues según ellos, todo lo bueno o malo que ocurría al ser humano procedía de Dios, que premiaba o castigaba según las acciones de cada cual.

"La felicidad la tienen los buenos por sus méritos precedentes; la fortuna, en cambio, llamada buena, sobreviene fortuitamente tanto a los hombres buenos como a los malos, sin tener en cuenta para nada sus méritos; por eso se llama Fortuna. ¿Cómo es buena la que sin discernimiento alguno arriba a los buenos y a los malos? ¿Y para qué se le rinde culto, siendo tan ciega y arrimándose a cada paso a cualesquiera, dejando muchas veces a sus adoradores y adhiriéndose a sus menospreciadores? Y si sus adoradores consiguen que ella los mire y los ame, ya sigue a los méritos, no viene fortuitamente. ¿Dónde está, pues, la definición de Fortuna? ¿Dónde está lo de recibir su nombre de la fortuna? Si es fortuna, su culto es inútil. Y si hace distinción entre los adoradores para ser útil, no es fortuna, ¿Es verdad que Júpiter la envía donde quiere? En este caso tribútese culto sólo a él, porque la Fortuna no puede oponerse al que la manda, y al que la envía, donde leplace. O, por lo menos, ríndanselo los malos, que no quieren tener méritos con que poder invitar a la diosa Felicidad." (Agustín, La ciudad de Dios, IV, 18)

Livia de Iponuba, Museo Arqueológico de Madrid

Bibliografía

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http://institucional.us.es/revistas/habis/43/art_7.pdf; EL PAPEL SOCIAL Y RELIGIOSO DE LA MUJER ROMANA. FORTVNA MVLIEBRIS COMO FORMA DE INTEGRACIÓN EN LOS CULTOS OFICIALES; Marta Bailón García 
https://revistas.um.es/ayc/article/view/387181; LA DIOSA FORTUNA. RELACIONES CON LAS AGUAS Y LOS MILITARES. EL CASO PARTICULAR DEL BALNEARIO DE FORTUNA (MURCIA); Rafael González Fernández
http://oppidum.es/oppidum-11-pdf/opp11.06_Illarregui_altar.a.fortuna.balnearis.de.duraton.pdf; ALTAR A FORTUNA BALNEARIS DE DURATÓN (SEGOVIA, ESPAÑA); Emilio Illarregui
https://www.researchgate.net/publication/28303018_Praeneste_y_la_Fortuna_Primigenia_magia_y_religion_en_un_culto_sincretico_primera_parte; Praeneste y la Fortuna Primigenia. Magia y religión en un culto sincrético (primera parte); ANA VÁZQUEZ HOYS
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https://archive.org/details/traditionofgodde03patc/page/n10;
THE TRADITION OF THE GODDESS FORTUNA In Roman Literature and in the Transitional Period; HOWARD ROLLIN PATCH
The Religions of the Roman Empire; John Ferguson, Google books

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