martes, 14 de diciembre de 2021

Naumachia, espectáculo y poder en la antigua Roma

La Naumaquia, Ulpiano Checa, Museo Ulpiano Checa, Colmenar de Oreja, Madrid

En la antigua Roma, los espectáculos de masas eran eventos que atraían a miles de personas de todas las clases sociales y servían no solo para entretener y distraer al pueblo de los problemas que les afectaban, sino para demostrar la fuerza y esplendor de la civilización romana frente a los bárbaros extranjeros. Asimismo, servían para mostrar los valores más admirados por los romanos: el coraje, la resistencia, la valentía…

Las naumaquias (en latín, naumachiae) fueron  ejemplo de la complejidad y violencia que entrañaban  los espectáculos públicos llevados a cabo en la antigua Roma. Consistían en la representación teatral de una gran batalla naval que había tenido lugar realmente en el pasado, con un grado de realismo tal que los participantes (los llamados naumachiarii) se vestían con los uniformes de los dos pueblos enfrentados para matarse entre ellos.

“Fue empresa de Augusto el enfrentar aquí las escuadras y poner en movimiento los mares con la trompeta naval. ¿Qué parte corresponde a nuestro César? Tetis y Galatea han visto en las aguas fieras desconocidas, Tritón ha visto sobre las espumas del mar carros [con ruedas] chispeantes y ha pensado que pasaban los caballos de su señor; y mientras Nereo prepara los enconados combates con los navíos enfurecidos, se ha horrorizado al ir a pie por las limpias aguas. Todo lo que se contempla en el circo y en el anfiteatro, esto lo ha presentado en tu honor, oh César, el agua rica [en portentos]. Que no se hable ya de Fucino ni de los estanques del †siniestro† Nerón: que los siglos venideros no conozcan más que esta naumaquia.” (Marcial, Libro de los Espectáculos, XXVIII)


En el año 46 a.C., para celebrar su victoria sobre los seguidores de Pompeyo en la Segunda Guerra Civil de la República Romana, Julio César volvió a Roma y organizó una serie de diversas y fastuosas celebraciones. Durante de más de un mes hubo carreras de caballos, espectáculos de música y teatro, batallas de soldados, luchas de fieras, aunque el momento culminante se produjo con la primera naumaquia conocida de la Historia. Celebrada en un enorme estanque (stagnum) construido en el Campo de Marte y llenado con las aguas del río Tíber, la naumaquia de Julio César enfrentó a dos flotas formadas por birremes, trirremes y cuatrirremes, con 4000 remeros y 2000 tripulantes a bordo.

“Para la batalla naval se excavó un lago en la Codeta menor y allí se enfrentaron birremes, trirremes y cuadrirremes de la flota tiria y egipcia con gran número de combatientes. Para asistir a todos estos espectáculos fue tan grande la afluencia de público procedente de todas partes, que muchos forasteros dormían en tiendas colocadas en medio de las calles o de las calzadas, y con frecuencia, debido a la multitud, se produjeron muchas víctimas por aplastamiento y asfixia, entre ellas dos senadores.” (Suetonio, Cesar, 39)



Estas batallas solían estar basadas en la historia de Grecia, por lo que, a lo largo de los más de dos siglos,  se representaron episodios como la victoria de los atenienses sobre los persas en la batalla de Salamina (480 a.C.), o el triunfo de Córcira sobre su metrópolis, Corinto (635 a.C.). Para reflejar la mayor verosimilitud,  la naumaquia debía seguir el mismo desarrollo que había tenido la batalla real, de modo que se construía escenografía de la época, se usaban los remos para mover las naves, se empleaba maquinaría de guerra…

Las naumaquias constituían un espectáculo extravagante cuya celebración requería una gran planificación, además de una enorme infraestructura  y extraordinariamente cara, que no estaba al alcance de los magistrados que solían financiar divertimentos públicos para promocionar su carrera, por lo que quedaba en mano de los emperadores costear dichos eventos, lo que explica que solo se conozcan una decena a lo largo de la Historia de la antigua Roma.

Vestíbulo Casa de los Vettii, Pompeya

Para que pudieran realizarse había que cumplir con unas condiciones previas: tener un gran botín para gastar, obtenido habitualmente gracias a un importante triunfo militar; construir los barcos que participarían, por lo general de tamaño algo inferior al de las naves reales; disponer de un lugar apropiado donde llevarla a cabo y, puesto que se trataba de verdaderos combates donde la violencia, las mutilaciones, la sangre y los ahogamientos eran una constante, los combatientes eran prisioneros de guerra y condenados a muerte, lo que no impedía que estos  hicieran todo lo posible por no perecer en los duros enfrentamientos de las naumaquias.

“Los que iban a tomar parte en la batalla naval eran criminales condenados y había cincuenta buques por cada parte; la una llamada de "rodios" y la otra de "sicilianos". Al principio formaron todos en conjunto y se dirigieron a Claudio de esta manera: "Salve, Emperador", los que vamos a morir te saludamos" Cuando esto en modo alguno les valió para salvarles y se les ordenó que libraran el combate naval, simplemente trataron de navegar a través de las líneas de sus oponentes hiriéndose lo menos posible. Continuaron así hasta que se les obligó a masacrarse unos a otros.” (Dión Casio, Historia romana, LXI, 33)

Pintura de Giovanni di Stephano Lanfranco, Museo del Prado, Madrid

Como espectáculo portentoso era esencial mantener un cierto grado de realismo y evitar que una representación nefasta o problemas técnicos hicieran fracasar el principal cometido: proporcionar diversión. Para conseguirlo había que conseguir una coordinación perfecta entre todos los participantes y ello solo podía hacerse haciendo practicar a los cautivos y esclavos antes de iniciar la batalla real. Es posible que, a pesar de la dificultad de controlar a un número tan alto de prisioneros, estos acudieran a las instalaciones habilitadas en el puerto de Nápoles, donde permanecía la flota en tiempo de paz. Para mantener la seguridad de los espectadores se evitaría utilizar armas de largo alcance y se entrenaría como combatir y vencer al enemigo presentando batalla real y no eludiendo la lucha. Lo más común en estas celebraciones era que ninguno de los participantes, que podían ser cientos o miles de hombres, saliera con vida.

“Estaban sobre las calzadas las cohortes pretorias y la gente de a caballo, y tenían delante de sí grandes torres y plataformas, desde donde podían descargar las balistas y catapultas. Lo restante del lago ocupaban las dos armadas que habían de pelear, con las galeras empavesadas y a punto de guerra; y como si fuera todo aquello un teatro, se hinchieron de innumerable cantidad de gente, venida de las tierras comarcanas y de la misma Roma a ver aquel espectáculo y dar gusto al príncipe, no sólo las riberas y los collados, sino las cumbres más altas de los montes. Estaba Claudio con el vestido imperial, llamado paludamento, y no lejos de él Agripina con un manto de brocado de oro corto a lo soldadesco, ambos en soberbios tronos. Se peleó, aunque entre malhechores, con ánimo de hombres valerosos, y después de largo combate y muchas heridas, mandando poner fin a la batalla, fueron los combatientes librados del último trance.” (Tácito, Anales, XII, 56)


En raras ocasiones llegó a utilizarse el mar o un lago natural. Parece que la única conocida que se desarrolló en el mar fue la que celebró el hijo menor de Pompeyo, Sexto, en el estrecho de Mesina en el año 40 a.C.

“Celebró espectáculos por el triunfo, y con los que habían sido hechos prisioneros organizó una naumaquia en el Estrecho, frente a la misma Regio, para que la vieran los que estaban en la costa de enfrente, haciendo que unos barcos de madera chocaran contra otros de pieles para mofarse de Rufo.” (Dión Casio, Historia romana, XLVIII, 19)


En el año 2 a.C., el emperador Augusto organizó una de las naumaquias más conocidas, descrita con detalle en su autobiografía, Res Gestae Divi Augusti. Se realizó en un gigantesco lago artificial que el emperador mandó construir, del cual no hay restos de su estructura, y solo se sabe que estaba en la orilla izquierda del río Tíber. Según los datos proporcionados por Augusto, este recinto medía 533×355 metros y tenía una profundidad de 1.5 metros, por lo que en total habría albergado más de 200.000 metros cúbicos de agua. El motivo para su celebración pudo ser la inauguración del templo dedicado al dios Marte vengador, la cual se produjo en el año 2 a.C. Gracias a las fuentes se sabe que participaron treinta naves, entre las que estaban incluidas las birremes y las trirremes, y más de 3000 hombres sin contar a los remeros. Asimismo, como temática Augusto eligió representar la batalla naval que enfrentó a persas y atenienses en el año 480 a.C., la batalla de Salamina.

“Ofrecí al pueblo un espectáculo de combate naval al otro lado del Tíber, en el lugar que ahora ocupa el bosque de los Césares. Para lo que hubo que cavar el terreno mil ochocientos pies a lo largo y mil doscientos a lo ancho. En él se enfrentaron treinta naves con espolones, trirremes o birremes. y aún más de menor tamaño. En esas escuadras lucharon, sin contar los remeros, cerca de tres mil hombres.” (Augusto, Res gestae, 23)

Naumaquia de Augusto, Ilustraión Jean-Claude Golvin

La mayor naumaquia fue la celebrada por el emperador Claudio en el año 52 en el lago Fucino para conmemorar la inauguración de los drenajes de agua para su desecación, el espectáculo recreó el enfrentamiento entre las flotas de los sicilianos y los rodios, cada una de las cuales tenía doce trirremes y un total de 19.000 combatientes, según Tácito.

“Hizo Claudio poner en orden cien galeras de tres y de cuatro órdenes de remos por banco y guarnecerlas con diecinueve mil hombres, ciñendo en torno las orillas del lago con una calzada, como si fuera tierra firme, fundada sobre gruesas estacas trabadas y reforzadas entre sí, para quitar a los combatientes la esperanza de la huida. Abrazaba con todo eso el circuito bastante espacio para el uso de los remos, y para conocer el arte de los pilotos en el divertir o procurar el encuentro y en las demás cosas que se acostumbran en batalla de mar. (Tácito, Anales, XII, 56)

Vestíbulo Casa de los Vettii, Pompeya

El primer ejemplo de naumaquia en un anfiteatro, realizada gracias a un amplio y complejo sistema de canales, colectores y compuertas, se dio durante el gobierno del emperador Nerón.

“Ofreció asimismo una naumaquia con monstruos marinos nadando en agua salada, y unas danzas pírricas ejecutadas por efebos, que recibieron individualmente, al término de su actuación, el diploma de la ciudadanía romana.” (Suetonio, Nerón, XII, 1)

En el año 57 organizó uno de estos espectáculos en un anfiteatro de piedra y madera que había hecho construir en el Campo de Marte, y unos años después, en el 64, poco tiempo antes de quemarse en el gran incendio de Roma, organizó otra.

“En el curso de un espectáculo que ofrecía en uno de los teatros llenó repentinamente el sitio con agua del mar, para que los peces y los monstruos marinos pudieran nadar en ella, exhibiendo una batalla naval entre hombres que representaban a persas y atenienses. Tras esto, inmediatamente hizo drenar el agua, secar la superficie y ofreció de nuevo combates entre fuerzas terrestres, que lucharon no solo en peleas singulares, sino en grupos mayores igualados en número.” (Dión Casio, Historia romana, LXI, 9, 5)

Ilustración Rick Jacobson

El emperador Tito organizó en el año 80 unas fiestas que duraron 100 días por la inauguración del anfiteatro Flavio y no faltaron en ellas los espectáculos acuáticos. Para conmemorarlo, se celebraron dos naumaquias: una en el lago artificial creado por Augusto, y otra en el propio Coliseo, donde aún no se habían construido las enormes estructuras de piedra debajo de la arena, mandadas hacer por el emperador Domiciano posteriormente, y que imposibilitaron la celebración de más naumaquias.

El tercer día hubo un simulacro de batalla naval entre atenienses y siracusanos, que recordaba el ataque de Atenas a Siracusa, durante la Guerra del Peloponeso, en los años 415-413 a.C.

“En el segundo día hubo una carrera de caballos y al tercero una batalla naval entre tres mil hombres, a la que siguió un combate de infantería. Los "atenienses" vencieron a los " siracusanos" (esos fueron los nombres usados por los combatientes), ejecutaron un desembarco sobre el islote y asaltaron y capturaron una muralla que había sido construida alrededor del monumento.” (Dión Casio, Historia romana, LXVI, 25)

Naumaquia de Tito, Ilustración Jean-Claude Golvin

Las estimaciones más actuales han observado que los más de 4200 metros cúbicos de capacidad del Coliseo se podrían llenar en poco más de una hora, gracias al gran número de canales y compuertas que hacían caer el agua dentro de la arena. El vaciado también se realizaría rápidamente, a través de dieciocho colectores distribuidos en la arena.

Domiciano utilizó el anfiteatro para las batallas navales como había hecho su hermano.

“Dio continuamente espectáculos magníficos sin reparar en los gastos, tanto en el anfiteatro como en el circo, donde, además de las acostumbradas carreras de bigas y cuadrigas, presentó también dos combates, uno entre infantes y el otro entre jinetes; en el anfiteatro dio incluso una batalla naval.” (Suetonio, Domiciano, IV, 1)



El emperador Domiciano intentó eclipsar las fiestas acuáticas organizadas por su hermano, e hizo construir un nuevo y grandioso lago artificial donde organizó un gigantesco combate naval.

“Dio batallas navales en las que se enfrentaron casi auténticas escuadras, después de haber cavado junto al Tiber un lago que rodeó de asientos.” (Suetonio, Domiciano, IV, 2)

Durante esta representación cayó una gran tormenta sobre los espectadores, a los que no se permitió abandonar sus puestos, lo que motivó que muchos enfermasen.

“En el Circo, por ejemplo, ofreció combates de infantería contra infantería y luego entre caballería, así como una batalla naval en un lugar nuevo. En este último evento perecieron prácticamente todos los combatientes, así como muchos de los espectadores. Pues, aunque cayó una gran lluvia y se desató de repente una violenta tormenta, no permitió que nadie abandonase el espectáculo; y aunque él mismo cambió sus vestiduras por unas capas de gruesa lana, no permitió que los demás mudaran su atuendo, de manera que no pocos cayeron enfermos y murieron.” (Dión Casio, Historia romana, LXVII, 8)


Con el paso del tiempo, las naumaquias se hicieron cada vez menos frecuentes, debido a sus desproporcionados gastos. No obstante, en los Fasti Ostiensi (calendario de efemérides de la historia de Roma) se menciona que el emperador Trajano llevó a cabo una en un estanque próximo a la colina del Vaticano en el año 109, con una duración de seis días el contexto de las celebraciones por sus victorias sobre los dacios.

I] mp. Trajanus naumachiam suam dedicavit.

Templo de Isis, Pompeya. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles

La última referencia a estas celebraciones data del año 248, cuando el emperador Filipo el Árabe festejó el milenario de la fundación de Roma con una naumaquia llevada a cabo donde estuvo más de doscientos años antes el lago artificial de Augusto.

“Así pues, Marco Julio Filipo, árabe de la Traconítida, después de haber asociado en el poder a su hijo Filipo, tras apaciguar los asuntos en Oriente y fundar la ciudad de Filipópolis en Arabia, vino a Roma. Una vez construido un lago artificial más allá del Tiber, porque esta zona sufría de escasez de agua, celebraron con juegos de todo tipo el milenario de la ciudad de Roma.” (Aurelio Víctor, Vida de los Césares, 28)

Ilustración flaviobolla, Deviant Art

Con frecuencia se realizaban en estanques de las villas de recreo romanas excavadas a propósito y rodeados de gradas para los espectadores, en lagos artificiales creados con la intención de realizar pequeñas batallas navales, o en anfiteatros que se inundaban para la ocasión.

“Aunque procuras no hacer cosa alguna que se salga de la cuenta y medida, te diviertes de vez en cuando en las fincas paternas: se reparten barcas entre los ejércitos; bajo tu mando se repite la batalla de Accio, con esclavos que hacen como si combatieran; el adversario es tu hermano, un estanque es el Adriático, hasta que la Victoria veloz al uno o al otro con su fronda corone. Quien crea que así te acomodas a sus aficiones, entusiasmado elogiará tu juego con ambos pulgares.” (Horacio Epístolas, I, 18, 60)

Mary Evans Picture Library

Algunas naumaquias celebradas con motivo de juegos fundados en honor de las victorias de Augusto, como los 
ludi Actiati, que conmemoraban su triunfo en Accio, podían llevarse a cabo de una forma lúdica o deportiva sin violencia y muertes como parece reflejar la referencia de Ausonio en su obra Mosela, escrita mucho después de que las naumaquias dejaran de ser habituales.

“Juegos de ese tipo son los que contempla Líber en la bahía de Cumas, cuando avanza a través de los collados sembrados del sulfúreo Gauro y por los viñedos del vaporífero Vesubio mientras Venus, alegre por los triunfos de Accio conseguidos por Augusto, manda a los desenfrenados Amores jugar fieros combates, iguales a los que llevaron a cabo las escuadras del Nilo y las trirremes del Lacio bajo los acantilados de Léucade, morada de Apolo; o bien las naves de Eubea vuelven a contar los peligros de Mila en la guerra contra Pompeyo en el sonoro Averno; combates de navíos sin daño y luchas de naumaquias festivas, cual se ve en el Péloro siciliano, refleja el mar brillante bajo verde imagen; no es otro el espectáculo que inspira a los jóvenes descarados el floreciente río y los esquifes de rostros pintados.” (Ausonio, Mosela, 205-220)



Durante los últimos siglos del imperio con motivo de conmemoraciones y homenajes a personajes notables de la sociedad se celebraron juegos escénicos que podían incluir batallas navales con un tono mucho más lúdico que las celebradas durante los primeros siglos.

“Que las naves entablen alegres un combate en un mar improvisado y que las aguas, dejándose penetrar, espumeen con los melodiosos remeros.” (Claudiano, Consulado de Manlio Teodoro, 332)

Ilustración de acuarela y tinta, Wayne Ferrebee, 2021


En las provincias del imperio parece probable que se desarrollaran las naumaquias en ciudades con las infraestructuras suficientes y el aporte necesario de agua, proporcionado por los acueductos, para poder llevar a cabo un evento de tal magnitud. Hay evidencias de que zonas de la orchestra de algunos teatros podían inundarse para ofrecer al menos juegos acuáticos  los espectadores.

Los juegos acuáticos siguieron teniendo cierta permanencia en la sociedad romana más tardía, pero estaban mayormente dedicados a escenificar representaciones teatrales en las que los actores vestían como personajes mitológicos y desarrollaban su actuación sobre el agua.

“Un entrenado coro de Nereidas se puso a jugar por toda la superficie del mar y decoró las plácidas aguas con variadas tablas. Hubo un amenazador tridente de dientes rectos y un áncora de diente curvo: nos imaginamos los remos y nos imaginamos una barca y que brillaba la constelación de los Laconios, grata a los navegantes, y que se henchían las amplias velas con un seno bien visible. ¿Quién vio jamás tantas maravillas en las aguas transparentes? O Tetis enseñó estos juegos o los aprendió.” (Marcial, Libro de los Espectáculos, XXVI)



Las naumaquias se convirtieron en unos de los mayores espectáculos de masas creados por el imperio romano, que recurrió a la grandiosidad y al efectismo, para impresionar a los ciudadanos con una combinación de realismo histórico y triunfalismo que atraía e impresionaba a la plebe que acudía entusiasmada a contemplar tan magna demostración de poder.



Bibliografía
https://www.academia.edu/24722066/Naval_Battle_Shows_and_Aquacades; Naval Battle Shows and Aquacades; Rabun Taylor
https://is.muni.cz/th/lspnx/Theatricality_of_Naumachiae.pdf; Theatricality of Naumachiae; Lucia Steltenpohlová
https://www.academia.edu/14152201/Venues_for_Spectacle_and_Sport_other_than_Amphitheaters_in_the_Roman_World; Venues for Spectacle and Sport (other than Amphitheaters in the Roman World; Hazel Dodge
https://docplayer.es/31983821-Circo-y-fieras-en-la-roma-antigua-pantomimas-y-naumaquias.html; Circo y fieras en la Roma antigua. Pantomimas y naumaquias; José María Blázquez Martínez
https://www.centronaval.org.ar/boletin/BCN822/822calandra.pdf; Naumaquias, el mayor espectáculo de Roma; Oscar J. Calandra



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